El Congreso fue “un momento de escuchar demandas o resolver problemas” le dijo a Desarrollo Forestal Pablo Peri, integrante del Comité Organizador del Congreso Forestal Argentino.
Pablo Peri, coordinador del Programa Nacional Forestal de INTA e integrante del Comité Organizador del Congreso Forestal Argentino habló en exclusiva con Desarrollo Forestal.
Se lo consultó sobre el V Congreso Forestal Argentino.
– ¿Cuál fue tu balance de las primeras dos jornadas del Congreso?
– Quiero destacar la alta convocatoria. Y, más allá del número, que supera las 1.000 personas, tiene que ver son la diversidad de actores. Hay gente del sistema educativo nacional y latinoamericano, del sector productivo, con presencia de representantes de varias provincias del país.
También hay productores, hay ONGs, están ciencia y tecnología por medio de CONICET e INTA. Los congresos son momentos de encuentros, donde -a mi entender- hay ocasiones para compartir conocimientos, actualizarnos e interactuar.
Yo creo que la interacción entre los sectores mencionados enriquece al sector forestal. Cada provincia tiene una realidad contrastante, diferente. Y yo creo que estos momentos son donde uno aprende un poco de todos, pero, por sobre todas las cosas, es una ocasión para que el conocimiento, los avances de innovación tecnológica, y avances en el conocimiento y en el manejo de nuestras plantaciones y bosques, se puedan llevar a la práctica.
Ahí es donde tiene sentido esa colaboración de sinergia entre los distintos actores. Un Congreso de esta envergadura nos da esa ocasión.
– Lo mencionaste y es también una oportunidad para los investigadores de ver adónde apuntar. Qué es lo que se necesita en el sector productivo, ¿no?
– También tiene eso; es un encuentro. Es un momento de escuchar demandas o problemas a resolver. Por ejemplo, el tema de la sequía, en el marco del cambio climático, ha afectado a distintas producciones. Entre ellas, la forestal. Es el caso de Corrientes, donde hicimos un informe y se constató que hubo mortandad.
Eso ha generado demandas nuevas y nuevos desafíos; habrá que repensar qué clones, qué especies plantar, en qué lugares y en qué tipos de suelos. Y eso es una demanda basada en una realidad. El valor agregado de la madera de los bosques nativos también es un nuevo desafío que quizás muchos años atrás no surgía como un emergente y hoy lo necesitamos.
Porque genera mano de obra, porque hay que darle valor agregado al bosque, incluyendo la energía. Es todo un proceso. Como bien decís, es un momento también de escucha. Es un ida y vuelta.
– Y también la posibilidad de financiar proyectos de bosques nativos, como el caso de Unitán, que antes no existían.
– Sí. El año pasado fui invitado a Unitán, a Puerto Tirol. Hemos recorrido algunas de las plantaciones y me han enviado la documentación referida a la certificación. También, en un marco de cambio climático, aparecen nuevas necesidades de conocimiento.
Las certificadoras piden tener una base científica o técnica seria que determine si un sistema productivo fija o no fija carbono. También estamos en un contexto donde la Comunidad Europea no nos va a comprar productos como madera o carne que provengan de deforestación.
Eso nos obliga a tener alternativas productivas, incluso en la producción de alimentos. Van a seguir aumentando las demandas de proteínas de origen animal, y eso lo tenemos que hacer en forma sustentable.
Por suerte hemos avanzado, tanto con Secretaría de Agricultura como con Ministerio de Ambiente, e INTA colaborando, en el Manejo de Bosques con Ganadería Integrada. Entonces, hay alternativas. Son emergentes que, repito, tiempo atrás no ocurrían.
– Me hablaban del caso de los lápices Faber Castell que se fabricaban con álamo de Mendoza tiempo atrás. Tienen que surgir oportunidades de ese tipo también en zonas forestales no núcleo de la Argentina.
– Totalmente. Por eso yo resalto la importancia del rol forestal en su medida y con su abordaje territorial de cada provincia. Obviamente, hay provincias muy forestadoras, con apuestas a polos foresto industriales. Pero hay provincias como Mendoza, donde el árbol, en lo urbano forma parte de la cultura.
Y, además, tiene buenas plantaciones de álamos y sauces en los valles, acompañando a la agricultura. Pero también recordemos que más del 90 por ciento de la superficie de Mendoza es un árido, donde está la región del monte y también hay productores -obviamente ganaderos-, que hacen un uso diferente del árbol. Ya no con una mirada industrial, Pero, al fin y al cabo, es una formación forestal que brinda otros servicios ecosistémicos.
– Y escuchaba cómo en Mendoza hablaban de avanzar con el riego por goteo dada la escasez de agua.
– Eso es cambio climático. El agua de los oasis de la región de Cuyo viene de las zonas de montaña, de los deshielos. Se ha confirmado el aumento de la temperatura como tendencia global y un derretimiento y retroceso de los glaciares en América latina.
Y para adaptarse al cambio climático, están las acciones de mitigación, pero, por sobre todas las cosas, nos tenemos que adaptar. Y en esta región hay que ser híper-eficiente en el uso del agua.
– ¿Qué sabés del contacto con países líderes en el uso eficiente del agua, como Israel? ¿Se puede avanzar rápidamente con ellos?
– Conozco muchos casos de colegas de regiones de zonas áridas donde hay intercambios con Israel desde el lado científico en eficiencia de riego. Eso ya existe. Lo que ha cambiado con la sequía es que se debe acelerar en dar respuestas.
– Felicitaciones, nuevamente. Y desde otros lugares, se celebra el caso de la ciencia aplicada.
– Ésa es una de las funciones de este encuentro. Yo también quiero agradecer la presencia de la prensa especializada, de las provincias, del sector productivo, del sector educativo. Para mí un Congreso o estos encuentros son exitosos con la participación y el esfuerzo de mucha gente.
Foto: Gentileza V CFA.