Investigadores de la Universidad de Bío Bío de Chile construyeron una casa con placas contralaminadas de madera que, junto a otras innovaciones, ahorra 85% de energía y la hace prácticamente incombustible. «La casa anterior era heladísima.
Está muy bien orientada para recibir sol y no usamos calefacción artificial, porque está instalado un intercambiador o renovador de aire que trabaja con una tecnología estupenda y nos permite regular la temperatura», destacaron sus propietarios. Fuente: Corporación Chilena de la Madera (CORMA).
Se trata de la primera Vivienda Pasiva de Chile, bajo el estándar Passivhaus europeo, ya probado con éxito en ese continente, pero que en Chile no se conocía en la práctica. Este tipo de vivienda exige una aislación térmica muy alta en toda la envolvente exterior. Reduce al mínimo el uso de sistemas convencionales de calefacción y refrigeración y aprovecha las condiciones de clima de dónde esté instalada. Ivonne Quintana Díaz y Anselmo Escobar León son, desde hace un año, los propietarios de una vivienda cuyas cualidades califican de «fabulosas». Señalan que «es tan confortable que no hay palabras para describir, salvo la reflexión y el deseo de que ojalá todo se construyera así. En pleno invierno vivimos adentro con la calidez de la primavera y respiramos aire puro siempre».
Esta pareja o matrimonio de profesores jubilados tienen experiencia para comparar su actual residencia en Cumbre de Andalué, un sector en altura en San Pedro de la Paz, Región del Biobío, con su casa anterior en la Villa San Pedro, área antigua y tradicional de esa ciudad. «Acá estamos felices. La casa anterior era heladísima. El cambio es de ciento por ciento. Está muy bien orientada para recibir sol y no usamos calefacción artificial, porque está instalado un intercambiador o renovador de aire que trabaja con una tecnología estupenda y nos permite regular la temperatura», destacan. En el interior del inmueble el aire siempre está siempre limpio y tibio, a unos 20 grados Cº. Añaden que el contraste de vivir en esta casa respecto de hacerlo en una común y corriente es mucho, siendo el factor más relevante el excelente confort que permite. «Tener esta vivienda es la fantasía de cualquiera», resumen.
La casa del futuro
Se trata de la primera Vivienda Pasiva de Chile, bajo el estándar Passivhaus europeo, ya probado con éxito en ese continente, pero que en Chile no se conocía en la práctica. Este tipo de vivienda exige una aislación térmica muy alta en toda la envolvente exterior. Reduce al mínimo el uso de sistemas convencionales de calefacción y refrigeración y aprovecha las condiciones de clima de dónde esté instalada. El diseño y la construcción permiten un clima interior confortable y máxima calidad del aire interno. Es una verdadera burbuja de comodidad, higiene, ahorro de energía y calefacción, sin emisiones de CO2: la casa del futuro.
Fue construida con placas contralaminadas de madera de pino, un producto nuevo, desarrollado en la Universidad del Bío Bío (UBB) para ese propósito como resultado de una investigación de esta universidad. Lo integraron Ricardo Hempel, profesor titular y director del proyecto, y los arquitectos Dr. Gerardo Saelzer, Mg Denisse Schmidt y Dr. Paulina Wegertseder. El diseño arquitectónico y la construcción del prototipo estuvieron a cargo de Paulina Escobar Quintana, arquitecta UBB y Magister en Hábitat Sustentable y Eficiencia Energética. Desde el inicio y en todas las etapas trabajaron también diferentes especialistas, como constructores e ingenieros técnicos.
Placas contralaminadas
Ricardo Hempel explica que estas placas son de madera de pino, y las forman con la unión de tres láminas con las que se arma un contrachapado listo para el montaje. Son de 6 metros de largo por 2,40 metros de ancho y 9 centímetros de ancho para las paredes. Están pre- cortadas en fábrica. Para llegar a la fabricación industrial primero se sometieron las muestras a ensayos de laboratorio de diverso tipo, fundamentalmente de resistencia mecánica, térmica y de resistencia al fuego.
«El resultado fue realmente extraordinario porque la resistencia es de 90 minutos, un lapso que una losa de hormigón no resiste porque se funde el cemento en la parte baja y comienza a afectar las estructuras de fierro. Pero la resistencia al fuego de este contrachapado indica que es muy difícil que se queme. O sea, estamos ante una vivienda de madera resistente al fuego», señala Hempel. La decisión de utilizar madera se adoptó por el creciente uso de este material en el mundo y debido a que las placas obtenidas permiten absoluta hermeticidad exterior. De este modo se ahorra en calefacción y energía general ya que a la estanqueidad se añadió la eliminación de puntos por los que entrara o saliera aire, y fueron diseñados marcos de ventana con buen aislamiento.
Hubo mucho cuidado para definir la superficie de ventanales según la orientación de la pared y luz que requiriera cada habitación. Se usaron vidrios termopaneles y las puertas exteriores se ajustaron con diseños especiales de marcos y hojas. El confort térmico se logra con un sistema de ventilación que asegura la calidad permanente del aire interior, una temperatura de aproximadamente 20 grados y sin emisiones de CO2 ni elementos particulados.
Diseño bioclimático
Paulina Escobar explica que «el diseño arquitectónico es un volumen más bien compacto, como un cubo, lo que hace que la vivienda pierda menos energía». Asimismo, en el interior distribuyeron las habitaciones de mayor ocupación, como comedor, estar y dormitorios, orientadas al norte para que aprovechen el sol. Para enriquecer la aislación térmica de la estructura revistieron por el exterior las placas contralaminadas con 10 centímetros de lana mineral y sobre esa envolvente, colocaron el último revestimiento exterior ventilado de pino. Denisse Schmidt precisa: «Fue un desafío lograr la hermeticidad requerida sin tener que importar materiales, pero lo conseguimos».
La temperatura y el aire son manejados de modo que se cumpla el principio de confort térmico permanente inherente a una Vivienda Pasiva. Instalaron un intercambiador que capta aire afuera y debajo de la vivienda, a 1,50 metros de profundidad. Allí la temperatura en las mañanas es de 12 grados Cº a 14 grados Cº, frente a los 5 grados Cº a 6 grados Cº de la época invernal que habría dentro de la casa. La vivienda ahorra efectivamente entre el 80% y 85% respecto de las no pasivas, en calefacción y energía general.
El aire que absorbe este intercambiador llega a un elemento parecido a los radiadores de los automóviles e inyecta aire dentro de la vivienda. En una pequeña sala de máquinas están los tubos que intercambian aire. Se puede regular la velocidad del intercambio de aire a «modo fiesta», para conseguir aire y temperatura en el caso de que la familia organice una reunión y haya 20 personas adentro, por ejemplo. El control manual de ventanas y puertas no está vedado, eventualmente pueden abrirse. El costo de la vivienda es difícil calcularlo porque como se trató de una investigación varias empresas donaron material. Pero es comparable con una vivienda de albañilería y con losa de hormigón, siendo lo adicional el costo del sistema de ventilación que es aproximadamente de $22.000 argentinos (en moneda chilena es de $1,6 millones) y el mayor costo por usar termopanel con argón y marcos de PVC de doble contacto.
Un aspecto digno de destacar es el ahorro de tiempo en la construcción de obra gruesa. Los tabiques del primer piso de una vivienda de 140 metros cuadrados se instalaron en un día; la losa de entrepiso, el segundo día; los tabiques del segundo piso, en el tercer día, y la estructura de la techumbre en un día. En una semana quedó terminada la obra gruesa.
El conocimiento para construir Vivienda Pasiva con materiales chilenos ya está desarrollado y se traspasó a participantes en el proyecto y es así como se sabe que una de las grandes empresas de la madera de Chile tiene los proyectos listos para construir oficinas con placas contralaminadas y está terminada una segunda Vivienda Pasiva en San Bernardo.
Foto: Gentileza CORMA