Todo Madera se entrevistó con el arquitecto Alejandro Borrachia, docente de la Facultad de Arquitectura, Diseño, Arte y Urbanismo (FADAU) de la Universidad de Morón e integrante de Estudio Borrachia Arquitectos. La Facultad presentó en FITECMA 2019 un stand íntegramente construido con madera. El entrevistado relató experiencias que surgieron a partir de que los alumnos se gradúen con una construcción real en madera, que es parte del Programa Académico de Asistencia Federal.
– ¿Qué presenta la Facultad en el stand de FITECMA 2019?
– Nosotros siempre tratamos de apoyar estas ferias, de estar. Desde la Facultad nos interesa vincularnos con la industria, que los alumnos se relacionen con las empresas. FITECMA siempre nos abrió las puertas. Y esta vez presentamos dos acciones. Una junto con CADAMDA, que consiste en un espacio auditorio para que la Cámara pueda desarrollarlo charlas con sus asociados.
Y, además, una casa, a la que llamamos “Casa Trama”. Es como una maqueta muy grande, que tiene como trasfondo la idea de una vivienda social, íntegramente hecha en madera. Se busca que circula el aire y hay una sumatoria de patios. Se va generando un espacio interesante, diferente a una vivienda social tradicional.
– En caso de construirse una vivienda social con este modelo, ¿qué cerramiento le pondrían?
– El primer anillo, que es el que envuelve los patios, quedaría tal cual está, pasante con la madera. Y en el segundo anillo, donde empezarían los cerramientos, se colocarían distintos materiales. Por ejemplo, desde planchas de poliuretano para aislación hasta acrílicos o vidrios para ganancia de calor, en distintas orientaciones en invierno. Se pueden adaptar estos prototipos a los climas y proponer muchas variantes.
– ¿Qué espesores de madera se utilizaron para el montaje?
– Acá hay todo maderas de 2 pulgadas por 6 pulgadas, de 2 pulgadas por 2 pulgadas. En realidad, les dijimos a los aserraderos que son socios de CADAMDA que trajeran las maderas tal cual las tenían en depósito y que las íbamos a apilar sin clavos. Tratamos de armar de esa manera la planta de la casa y mostrando la posibilidad que tiene la madera de mostrar una trama o una situación de aire pasante. En realidad, es todo madera de pino.
– ¿Es madera seca en horno?
– En este caso, sí, porque es madera que venden los aserraderos. Pero no está pensado que la vivienda social se construya con madera seca en horno. Es una maqueta en escala real.
– Lo interesante es mostrar que, con madera guardada en un depósito, y sin ningún preparativo especial, se puede armar una vivienda.
– Ah, eso seguro. La creatividad de nuestros profesores y de nuestros estudiantes en la Facultad permite construir algo con lo que hay. Y, también, estamos aprovechando esta construcción para mostrar los trabajos de tesis que se vienen haciendo como productos finales de la carrera. En nuestro Programa Académico de Asistencia Federal. Es el programa por el que pasan todos nuestros alumnos para recibirse y que significa construir un edificio de, aproximadamente, 30 metros cuadrados en escala real.
Con todo lo que eso implica en la gestión: desde el proyecto en grado cero hasta la gestión, la construcción y la entrega de ese edificio a una comunidad necesitada de nuestro país. Tenemos un trabajo social súper interesante, en el que vinculamos a los alumnos con las empresas -que nos dan sus productos para la realización- y, a veces, también con el Estado. Y el alumno sale, se compromete.
– ¿A qué lugares fueron algunas de las últimas viviendas? ¿Qué usos se les está dando?
– Para el Municipio de Tigre hemos hecho nueve casas en las islas del Delta, como parte de un programa de mejora habitacional que tiene el municipio. Hemos hecho un albergue para estudiante en San Miguel de los Colorados, en Jujuy, a 4.000 metros de altura; hemos hecho una vivienda en Campo Gallo, en Santiago del Estero, un vacunatorio en Salta.
Y también hemos montado construcciones en muchos clubes urbanos en los alrededores de Buenos Aires, que son clubes que prestan un servicio social fantástico en barrios carenciados: un comedor, un lugar para merendar, un aula para apoyo escolar. Distintos equipamientos. Y, después, hubo hechos aislados que incluyeron diferentes tipos de asesoramientos de los alumnos a escuelas, a instituciones barriales.
– ¿Qué vinculación tienen con el Estado? ¿Con quiénes están relacionados para llegar a estos distintos sectores?
– Por ejemplo, en el caso de Tigre el vínculo es con la Secretaría de Vivienda de Tigre. Ellos nos a buscar para saber si queríamos sumar nuestro apoyo técnico a ese mejoramiento de viviendas y terminamos construyendo nueve casas. Ahora estamos haciendo un libro con ellos para mostrar este trabajo que le ha cambiado la vida a nueve familias en el barrio Otamendi.
Son casas de madera, que proponen distintos conceptos de sustentabilidad, viviendas que funcionan pasivamente. El municipio nos aportó todo lo que pudo. Hemos hecho acuerdos con los municipios de Morón, de Ituzaingó, de Merlo, con la Secretaría de Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires. En estos dos años y medio de trabajo hemos construido 27 obras.
– ¿Han podido tener comentarios o devoluciones de personas o de instituciones que hayan sido beneficiadas por este tipo de construcciones? ¿Qué les dicen de las viviendas de madera?
– Sí, nosotros las vamos a visitar y las auditamos después de terminadas. Primero, la gente agradece. Es un esfuerzo muy importante que genera una serie de redes para colaborar con estas familias. Surge de la Facultad, pero después tiene a alumnos, a familiares y a las empresas trabajando para el proyecto. Después, hay casos de dos familias ensambladas que vivían en una casa de 4 metros por 4 metros y ahora tienen dos casas, con otras prestaciones.
De hecho, ha cambiado mucho la manera en que se gradúan los alumnos. Antes la tesis y el proyecto a construir eran en solitario. Ahora viene no sólo la familia del alumno que trabajó en el proyecto, sino también la comunidad que recibió la vivienda. Está la oportunidad de que la comunidad asista al momento en que el alumno se recibe y reciba su calificación y su título. Es fantástico.
– ¿Cuántos de los alumnos que pasaron por esta experiencia constructiva han puesto sus propios estudios y construyen con madera?
– Yo creo que un porcentaje muy alto. Y no sólo está la idea de un estudio de arquitectura convencional. Cuando vos te abrís a esta serie de trabajos entendés los problemas de nuestro país, que hay una demanda social muy grande. Tal vez el estudiante cuando ingresa a la Facultad de Arquitectura tiene como meta recibirse de arquitecto y poner su propio estudio en el que construya una obra para un cliente. Esto te permite autogestionar y ver otra manera de entender tu trabajo.
Y también trabajar para lo social. Hay un montón de espacios en el Estado y también muchas ONGs con los que los alumnos quedan vinculados. Y ahora trabajan para esas instituciones. Te cuento un caso: un equipo que hizo un comedor para el club El Jagüel de la Municipalidad de Las Heras, provincia de Buenos Aires, ahora está construyendo -contratado por el municipio- la pileta para este club. O sea, quedan vínculos. Imaginate un alumno que salía sin ningún contacto y de golpe una comunidad, el Estado, empresas le abren un abanico de posibilidades que supera la idea anterior.
– Además, la experiencia de trabajar de otra manera les genera cambios. No son las mismas personas que eran al inicio de sus carreras.
– Noo, es una experiencia humana muy valiosa. La gente que fue, por ejemplo, a San Miguel de los Colorados a 4.000 metros de altura a construir un albergue para estudiantes. Eran chicos de una escuela secundaria que caminaban cuatro horas para volver a sus casas y ahora se pueden quedar a dormir ahí. Estuvieron conviviendo con esa comunidad en un pueblo en la Puna con habitantes del lugar, pueblos originarios. Y la gente vuelve con otra mirada sobre la vida.
– ¿Cómo es construir con madera hoy en comparación a lo que era hace 10 años o 15 años?
– Yo creo que hay un cambio abismal. Nosotros trabajamos en módulos de vivienda experimental como el que presentamos en FITECMA desde 2010 con ayuda de empresas, construyendo distintos prototipos. Claro, en ese momento había que contarle a la gente que construir con madera no era la vivienda prefabricada, que la madera tenía -desde el diseño- otras cualidades, además de todo lo que significa en cuanto a sustentabilidad, a la producción de un país.
Creo que significaba salir a explicarle a la gente que construir con madera también significaba lograr una vivienda confortable. Hoy me parece que ese camino está bastante allanado. El público en general ya se aproxima de otra manera. Me parece que ya no hay un preconcepto respecto del material. Sí hay dudas, pero son las dudas de alguien que no sabe y que no tiene el conocimiento técnico.
– Además, la madera ha sido reconocida como “material tradicional”, equiparable a la construcción en mampostería.
– A veces, son títulos para el diario. Incluso, todavía hay institutos de la vivienda que tienen ciertos reparos en construir viviendas sociales en madera. Y, para mí, las construcciones en madera en esos casos no deberían ser el 10 por ciento o el 20 por ciento, sino el 90 por ciento. Con la madera del lugar. Eso es muy para los carteles. Sí es verdad que eso abre una punta.
Y, quizás, el hecho de que hoy los diarios publiquen eso haga que dentro de dos años se mire a este tipo de construcciones de otra manera. Yo creo que es un trabajo mancomunado que viene haciendo gente con las que nos cruzamos en todos lados: Todo Madera con la difusión, CADAMDA, distintas empresas, Dommarco; FADAU Morón como Facultad, que somos la única facultad que ronda estos temas desde hace ya 10 años. Creo que entre todos vamos construyendo un cuerpo de conocimiento. Además, aparecen nuevas tecnologías que van haciendo visible toda una industria que estaba apagada y comienza a tener una fuerza increíble.
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Fotos: Todo Madera.