El arquitecto Diego Arraigada es rosarino y con él nos contactamos una vivienda en el balneario Manantiales de Punta del Este, Uruguay. La vivienda se ubica sobre una playa frente al océano Atlántico, en la zona conocida como La Brava. Su particular forma y disposición en el predio están determinadas por las construcciones aledañas de manera tal de no interrumpir las visuales hacia el mar.
La tecnología definida para su materialización era la madera, y en razón de nuestra “experticia”, que le dicen, nos reunimos para combinar el aporte que podíamos hacer el desarrollo de la documentación de obra. Aquello que el amigo Miguel Demkoff denomina “ingeniería de proyecto”, y que en mi caso me resisto a usar la palabra ingeniería.
Esta vivienda se ubica sobre una playa frente al océano Atlántico en la costa uruguaya. Su particular forma y disposición en el predio están determinadas por las construcciones aledañas, de manera tal de no interrumpir las visuales hacia el mar.
Dijo su autor consultado por Todo Madera: “La estrategia constructiva está condicionada por la necesidad de optimización de recursos. La elección de madera proveniente de forestaciones locales como material básico de construcción responde a la voluntad de reducir costos y tiempos a través de la prefabricación modulada, así como de utilizar materiales de origen sustentable. Para disminuir las demandas energéticas de su funcionamiento se puso especial cuidado en las aislaciones térmicas y la posibilidades de ventilación cruzada e iluminación natura”.
La obra en imágenes
Recorriendo la vivienda en sus rincones y etapas de construcción. En el extremo norte se ubica lo que podríamos denominar el “quincho”, con una continuidad de su geometría y tratamiento exterior. Queda al desnudo el sistema de bastidores que lo configuran.
Un deck de tabla ancha en el piso. Diagonales en los bastidores porque no se coloca en los mismos el placado de rigidización.
En la terminación se destaca uno de los aspecto más significativo de la obra: su siding, realizado en chapa ondulada de cartón alquitranado.
El material cubre la cubierta y los muros en un continuo sólo interferido por las aberturas con sus perfiles blancos que encuadran las superficies transparentes.
El conjunto del negro de la chapa, el ocre claro del deck y el blanco que enmarca las transparencias.
El interior se resolvió simplemente con un revestimiento de pintura directamente aplicado sobre las placas de multilaminado, que en este caso -además de cumplir con su natural función de dar rigidez al conjunto- dio el soporte necesario para aplicar la terminación interior.
El muro con el siding de chapa y la zinguería en color también negro que sella la unión con las aberturas.
Juego de contrastes
Blanco y negro. El interior totalmente blanco y el exterior totalmente negro es el contraste que se planteó como juegos de opuestos para los acabados interiores y exteriores. Ambos están unidos por un mismo concepto de continuidad de superficies.
Al tratarse de una construcción en seco es necesario tener particular esmero en el diseño de las uniones y juntas para evitar los ingresos de agua o viento. Las finas columnas que transmiten las cargas a los pilotes. Cumple su finalidad de adecuar la pendiente del terreno al plano del piso.
Una vivienda de esta tecnología tiene un peso por metro cuadrado de aproximadamente 150 kg/m2, 6 veces menor que una construcción tradicional.
La premisa de “optimizar recursos” determinó la forma de producir esta vivienda. La posibilidad de reducir tiempos en obra definió la alternativa de prefabricar las diferentes partes de la vivienda en un taller y luego realizar su montaje en el sitio.
Esto no sólo permitía reducir tiempos y costos, sino que también daba la posibilidad superponer trabajos.
Mientras las diferentes partes de la vivienda (casas parte) eran producidas en un taller en Montevideo, en el sitio se elaboraban las fundaciones mediante un sistema de pilotines de hormigón armado sobre los cuales se montaría posteriormente toda la caja seca.
A diferencia de los muros de mampuestos, en donde un solo elemento -el ladrillo- cumple varias funciones (estructura, aislación térmica y acústica, función estética), el muro de bastidores es lo que llamamos un “muro complejo”. Un muro que posee diferentes capas en donde cada una cumple una diferente función.
El bastidor, junto con las placas de rigidización, forman la estructura. Luego en los espacios entre parantes se coloca la capa de aislación térmica. Por fuera la capa hidrófuga.
Finalmente, este conjunto da el soporte necesario para fijar los acabados interiores y exteriores.
Como decíamos anteriormente toda la envolventes de la vivienda se materializó mediante bastidores de madera. Si bien la sección habitual para realizar bastidores es el 2×4 (45 x 90 mm) tanto para parantes como para soleras, en este caso y dada que la vivienda ofrece todo su frente hacia el mar, los vientos predominantes del sitio podían ocasionar deformaciones no deseadas.
Es de esta forma que se optó por una sección mayor para asegurar la estabilidad del conjunto; el empleo del 2 x 6 daba la seguridad suficiente para las solicitaciones dadas.
Si bien su capacidad de soportar cargas de compresión superaba altamente las necesidades, el factor empuje del viento fue dominante en esta decisión de diseño estructural.
La madera empleada es el clástico pino resinoso. Pino taeda o elliotti son las maderas usuales para estas funciones.
Cerrando el sistema de bastidores y como elemento de rigidización (sheating) se emplearon placas de multilaminado fenólico. Los bastidores no sólo materializan los muros, también conforman la plataforma del piso de la vivienda y la cubierta inclinada.
Un sistema de más de 200 años reordenado y empleado para resolver las premisas de este proyecto.
Leer: Construcción en madera para un uso sostenible
Fuente: maderadisegno, Revista Digital de Arquitectura en Madera (www.maderadisegno.com.ar).