(Buenos Aires, 14 de marzo de 2011). Diseñar, decorar y construir con conciencia ambiental permite vivir en un entorno saludable. La nueva era de la arquitectura se basa en la no contaminación y el reciclado, pero también persigue la sustentabilidad. Cómo optimizar la calidad de vida y la salud de la vivienda, según el diario nacional El Argentino. Las ocho estartegias son: Diseño racional; Uso de materiales de menor costo ambiental; Cuidado del agua; Eficiencia energética; Reciclaje y reuso; Uso de paneles solares; Techos verdes; y Contaminar menos. Por ejemplo, el Uso de materiales de menor costo ambiental incluye a aquéllos que emitieron menor cantidad de dióxido de carbono por efecto directo o indirecto antes de llegar a la obra, o consumieron menos energía. El contenido energético de los materiales se calcula desde que se extraen y se tiene en cuenta todo el proceso hasta que es vendido.
1 -Diseño racional
Hay que tenerlo en cuenta antes de sentar los cimientos de la obra. El objetivo es maximizar el aprovechamiento de los recursos naturales disponibles para reducir el uso de tecnología.
Tips para construir:
– Orientar la construcción para que tenga buena iluminación y ventilación natural sin necesitar artefactos eléctricos lumínicos y de refrigeración.
– Tener en cuenta que en estas latitudes el sol en verano es vertical y en invierno golpea en diagonal.
– Es una mala idea poner en una habitación un ventanal al oeste –que dé al sol- porque en verano sería inhabitable.
– Un simple alero o árboles con hojas caducifolias (para que en invierno no hagan sombra), evita que la casa se caliente en verano.
– Generar ventilaciones cruzadas con aberturas enfrentadas, para que las corrientes de aire refresquen la vivienda.
– Una ventana cenital es muy útil porque el calor sube y de esa manera se puede liberar hacia arriba.
– En invierno lo ideal es tener la parte sur de la casa (que queda en sombras) con aberturas mínimas y con vidrios dobles, y la parte norte con ventanales grandes para que entre el calor.
2- Uso de materiales de menor costo ambiental
Son aquellos que emitieron menor cantidad de dióxido de carbono por efecto directo o indirecto antes de llegar a la obra, o consumieron menos energía. El contenido energético de los materiales se calcula desde que se extraen y se tiene en cuenta todo el proceso hasta que es vendido.
Por ejemplo, no es lo mismo una madera certificada que garantiza respeto con los bosques, que una cuyo origen es desconocido. Lo ideal es que la madera sea de pino o eucalipto. El orden de los materiales de menor costo ambiental de menor a mayor es: ladrillo de adobe sin cocer o paja para techo, ladrillo, cemento, bloques de hormigón, vidrio, metales como el aluminio o cobre, hasta el PVC, cuya producción es altamente contaminante. Pero los más ecológicos no siempre son tan duraderos y eficientes, por eso hay que buscar un equilibrio.
3- Cuidado del agua
La implementación de estrategias para ahorrar agua y consumirla con responsabilidad es central en la arquitectura sustentable. Algunas opciones son:
– La recolección del agua de lluvia: hay que tener un tanque para almacenamiento, así después se puede utilizar para el riego o para baldear el patio para no malgastar el agua potable.
– El reciclado mediante plantas de tratamiento de distinta complejidad que posibilitan que el agua que se usa en la cocina se reutilice en la descarga de los inodoros o en el riego.
– En la Argentina ya se venden inodoros de doble descarga, si es para orina baja la mitad del tanque.
4- Eficiencia energética
El consumo responsable de recursos tiene más que ver con la educación que con la arquitectura y la tecnología, pero hay medidas que se pueden tomar de antemano para hacer más "ecológica" la vivienda.
– Lo principal es tener la casa con aislaciones eficientes en pisos, paredes y techos. El telgopor es un buen aislante que no encarece la obra y que cualquier constructor puede instalar. También hay productos especializados con poliuretano que pueden ahorrar hasta un 70 por ciento de energía. Lo más importante es tener las aberturas bien selladas para que no haya pérdidas.
– El mejor sistema de calefacción es la losa radiante porque llega a todos los ambientes, pero requiere una inversión inicial importante.
– Otra estrategia es dimerizar las luces (disminuir la tensión a través de atenuadores que permiten regular la cantidad justa, según la ocasión) e instalar luces LED que reducen entre un 30 y un 80 por ciento el consumo doméstico de electricidad y no poseen mercurio.
– Es importante el uso de controladores de consumo, aquellos que permiten programar que los electrodomésticos y las luces se apaguen cuando la habitación está vacía. También se monitorea cuánto se gasta.
5- Reciclaje y reuso
Aprovechar los recursos existentes en vez de hacer o consumir un producto nuevo es prioritario. Por ejemplo, en términos ecológicos, siempre es más eficiente y también más económico reutilizar la madera de los pisos de una obra que fue demolida que comprar madera virgen. La moda en materia de decoración que hoy se inclina por los diseños de los años ’50, ’60 y ’70, favorece esta estrategia de conservación. El reciclado de muebles que pueden conseguirse en ferias y casas de antigüedades es amigable con el ambiente.
6- Uso de paneles solares
Todavía no están muy difundidos en la Argentina, sin embargo ya hay opciones de industria nacional a la venta.
– Son muy eficientes cuando se utilizan para calentar el agua. El valor de los tanques con paneles solares es de unos cuatro mil pesos, aproximadamente, y se puede utilizar el 80 por ciento de los días del año.
– Esta energía todavía no es apta para reemplazar a la eléctrica mediante un panel fotovoltaico, porque requiere el uso de baterías para almacenarla y éstas tienen poca capacidad, son costosas y contaminan mucho.
– En España idearon un sistema de paneles fotovoltaicos conectados a la red eléctrica. Entonces, uno consume lo que produce el panel y lo que le falta lo toma de la red común.
7- Techos verdes
Consisten en recrear en la terraza de un edificio existente o a construir, un espacio verde que funcione como un jardín normal. Se pueden utilizar en cualquier edificio y no requieren mantenimiento mayor que el de cualquier jardín. Si están bien instalados no hay riesgos de filtraciones ni humedad. Su expectativa de vida es de 30 años y tienen un valor de 80 dólares el metro cuadrado. Otra variante son las paredes verdes, que cuestan entre 200 y 400 dólares el metro cuadrado y tienen los mismos beneficios para el planeta.
En la Argentina recién estamos empezando con esta tendencia. En la ciudad de Buenos Aires, el gobierno porteño implementó esta estrategia en algunos CGP y hay un proyecto de ley para fomentar las terrazas verdes en la urbe. En Alemania se construyen desde los años ’60 y tienen más del 10 por ciento de las edificaciones con esta cubierta.
– Sirven para mejorar la calidad del aire, sobre todo en ambientes urbanos, porque la vegetación absorbe las partículas contaminadas y produce oxígeno.
– Reduce los ruidos.
– A gran escala disminuye considerablemente los riesgos de inundación, porque puede retener hasta el 65 por ciento del agua de lluvia.
– Genera un espacio vital, favoreciendo el contacto con la naturaleza y ofreciendo a ciertas especies una protección.
– La cubierta aumenta el aislamiento y la eficacia energética del edificio. Por esto tiene un gran impacto sobre las temperaturas interiores, reduciendo sustancialmente la cantidad de energía requerida para calentar un edificio en invierno y para enfriarlo en verano.
– Aumenta la vida útil de las membranas de impermeabilidad porque las protege de las radiaciones IR y UV, del ozono, de las fluctuaciones extremas de temperatura, de las perforaciones y de otros daños físicos.
8- Contaminar menos
Según un informe del Argentina Green Council, el sector de la construcción consume más de un tercio de la energía mundial y en la mayoría de los países es la mayor fuente de gases que producen el efecto invernadero. Otro informe del Intergovernmental Panel of Climate Change dice que con las tecnologías probadas y comercialmente disponibles, el consumo de energías tanto en edificios nuevos como existentes, podría reducirse en un 30 a un 50 por ciento estimativamente, sin aumentar los costos de inversión.
Foto: Gentileza de El Argentino.