(Buenos Aires, 28 de febrero de 2011). Un edificio federal en la localidad de Golden, estado de Colorado, en el que se invirtieron US$ 64 millones, se presenta como modelo para la construcción eficiente en costos y en consumo de energía. De hecho, no necesita utilizar sistemas convencionales de aire acondicionado ni calefacción para aclimatar sus 20.439 metros cuadrados de superficie. Los paneles fotovoltaicos se repliegan a medida que oscurece, pero hasta las 13:35 habían estado produciendo más electricidad de la que requería el edificio federal de la localidad de Golden, Colorado, cerca de las Montañas Rocallosas.
El edificio se diseñó como un espejo o una esponja de su entorno, desde las rejillas en las ventanas que refractan la luz hasta el enorme laberinto de concreto en el sótano secundario para retener y almacenar calor radiante.
“Nada de este edificio fue construido de la manera en que normalmente se hace”, comentó Jerry Blocher, gerente titular de proyectos en Haselden Construction, el contratista general. Los edificios comerciales consumen alrededor del 18 por ciento de la energía total estadounidense cada año, y muchos de ellos fueron diseñados prácticamente sin pensar en el ahorro energético.
Usar la tecnología existente, eficiente tanto en costos como en consumo de energía, fue el lema para encontrar lo que los diseñadores llaman el punto óptimo: energía cero que no sea complicada ni costosa.
Algunos de esos trucos y técnicas son tan antiguos como las grandes catedrales europeas. La luz, como lo han sabido los constructores desde la época de las pirámides, puede ser refractada para satisfacer necesidades, con rejillas en las ventanas que lanzan los rayos solares hacia paneles blancos en el techo para minimizar el uso de electricidad.
Para resolver la iluminación del edificio, los diseñadores redujeron la altura de los muros divisorios entre los cubículos de trabajo para maximizar el flujo de luz y ventilación natural, cosa que planteó inquietudes respecto de la privacidad entre los trabajadores. Las oficinas de los gerentes no tienen techo, para permitir el paso de la luz natural, como si fuera emitida desde el techo.
Para la construcción del edificio se tomaron decisiones creativas. Por ejemplo, las columnas redondas estructurales de acero salieron de 914 metros de tubería de gas natural, construida para la vieja economía energética y nunca utilizada. Las molduras de madera del vestíbulo están hechas de pinos muertos por plagas de escarabajos.
Al final, los costos de la construcción se redujeron a US$ 2.800 por metro cuadrado, muy por debajo del costo de un nuevo edificio de oficinas súper eficiente.
Otros componentes de diseño se basaron en observar la naturaleza humana. La gente imprime menos hojas cuando necesita caminar hasta otra oficina para hacer las copias. Las personas también consumen menos energía, dicen los gerentes, cuando saben cuánta están gastando. Una pantalla en el vestíbulo ofrece retroalimentación en tiempo real sobre ocho indicadores distintos, entre ellos los monitores computacionales.
El personal de limpieza entra a las 17, varias horas más temprano que en la mayoría de los edificios tradicionales de oficinas, lo que ahorra el consumo de luz.
A las 17:05 las celdas solares dejaron de producir energía. El declive de la luz del día generó un breve incremento en el uso de la iluminación, a las 17:55. Cinco minutos después, el sistema administrador comenzó a apagar las luces en un ciclo escalonado de dos horas (la computadora envía una señal a los empleados que trabajan hasta tarde).
Fuente: The New Yotk Times impreso en castellano, distribuido junto al diario La Nación de los sábados.