El Banco Nación lanzó una línea de créditos para la vivienda: un financiamiento a 20 años, de hasta $ 360.000, con una tasa fija inédita del 12,75 por ciento durante los primeros 36 meses. La respuesta de la gente, sólo en el primer día de vigencia mostró la avidez que hoy existe en la Argentina por un financiamiento de este tipo: el Nación recibió en 24 horas más de 18.000 consultas telefónicas y presenciales, y decidió darle curso a un 5 por ciento de éstas.
El problema, explican en el sistema, no está tanto en la calidad de la línea del crédito, sino en la enorme brecha que desde hace tiempo existe entre los salarios argentinos y el precio de los inmuebles. Para acceder a un crédito por una vivienda nueva de US$ 40.000, el Nación otorga un financiamiento que llega al 80 por ciento del total: US$ 32.000 que, en pesos, se convierten en $124.800. Y asigna una cuota mensual a pagar que es de $1.304,41 por cada $ 100.000 que se otorgan. En este ejemplo, el menos ambicioso de todos, la cuota será de $ 1.627.
El primer obstáculo para el argentino desprevenido estará en un requisito que, a simple vista, suena fácil: la cuota a pagar no puede exceder el 30 por ciento del total de los ingresos percibidos por el tomador o la pareja que contraiga el crédito. De este modo, el ingreso mínimo reunido por un matrimonio, o un particular, deberá ser de $ 5.423 (per cápita: un promedio de $ 2.713).
Las últimas cifras del INDEC señalaron que el 75 por ciento de los habitantes que trabaja gana menos de $ 2.500; y que igual proporción corresponde a los hogares que no alcanzan a juntar ingresos mayores a los $ 4.500.