Nos vamos un siglo y medio atrás, al año 1851, y vemos un edificio que es un hito en la historia de la arquitectura, por más de una razón. Aunque comencemos a comprender que alguna de ellas no es del todo «razonable».
El éxito de la Exposición Industrial en la Francia de 1844 dio pie a los acontecimientos que conducen hasta la Gran Exposición de 1851, cuando fue sugerido al Gobierno inglés que sería muy ventajoso para la industria británica, tener un evento similar, en Londres. En 1850, un grupo de poderosos comerciantes, desarrollaron la idea de una gran exposición en la que los productos del mundo industrializado se mostrarían.
Así es como en ese mismo año se llamó a concurso para el diseño de un edificio de exposiciones. Se establece un concurso para diseñar el edificio, y 217 arquitectos presentaron diseños: 38 del extranjero, 51 de alrededor de Inglaterra (Escocia, Gales, Irlanda), y 128 de Londres.
Dicho salón debía ser de naturaleza temporal, económico en cuanto a materiales y trabajo, fácil de mantener, de rápida erección, desmantelamiento y expansión, iluminado enteramente por el techo, construido de materiales resistentes al fuego y erguido en un área de casi 8 hectáreas.
Ningún proyecto satisfizo el «Comité de Construcción», que había preparado e impreso su propio diseño, realizado por un tal Joseph Paxton. Los acontecimientos se movieron rápido. Paxton había dibujado su diseño original sobre una hoja de papel secante, y logró tener un juego completo de planos en nueve días.
Lo presentó a los contratistas Fox y Henderson el 22 de junio de 1850. Con una velocidad digna de esas épocas, el proyecto de Paxton fue presentado el 25 de junio de 1850, y aprobado un mes mas tarde. Tenía que estar realizado el primero de mayo de 1851. Y estuvo. Su construcción llevó poco más de seis meses. Concebido como un gigantesco invernadero, basándose en los nuevos y antiguos materiales, acero, vidrio y madera, se diseñó dentro de la mentalidad de un objeto industrial. El proyecto fue denostado por la corporación de los arquitectos y la prensa especializada. Pero como suele pasar con los «entendidos», el público pensó de una manera distinta.
En el término de 142 días, 6.200.000 personas lo visitaron, esto es un promedio de 45.000 personas por día.
Pensemos que era una Inglaterra con menos de 20.000.000 de habitantes, y en un mundo donde el turismo prácticamente no existía.
Considerado generalmente como un jardinero del paisaje, la superioridad de Paxton en el diseño de invernaderos le ganó reconocimiento como un arquitecto innovador. Nunca se educó formalmente, esto es no fue a ninguna facultad de arquitectura. Paxton estudió independientemente. Su observación sagaz le permitió avanzar en el ámbito de la arquitectura. Por su actividad real y concreta, es de esos arquitectos (como lo citan muchas fuentes bibliográficas), que lo fue, por que imaginó y realizó ARQUITECTURA.
Aspectos constructivos
Novedoso para la Inglaterra Victoriana, el sistema constructivo utilizado e ideado por Joseph Paxton estaba prediciendo la utilización de la prefabricación y del principio estructural mismo, de los años venideros.
Hay cuatro áreas en las que el Palacio de Cristal fue pionero:
– La primera en utilizar lo que hoy llamaríamos paredes de cortina de vidrio.
– La primera estructura que contrarresta la deformación de vientos laterales.
– La primera construcción erguida con piezas prefabricadas.
– El uso de la tradición de la madera, con la del acero y el hierro de la revolución industrial.
La edificación debía llevarse a cabo en un tiempo record para la época de 17 semanas, lo que suponía una estructura de fácil manejo y montaje. Para esto todas las piezas debían ser prefabricadas y no debían pesar más de una tonelada. Todo el montaje reposaba en la capacidad del obrero y el tamaño y peso de las partes se diseñó tomando en cuenta la mano de obra.
El vidrio que se utilizó representaba el tercio de la producción total de Inglaterra. La estructura auto soportante de hierro fundido constaba de 3300 columnas y 24 millas de canaletas de madera, y de vigas y arcos de madera que soportaban la cortina superior de vidrios de 49 por 10 pulgadas cada hoja. Además, la disposición en zig-zag de las hojas permitía mayor estabilidad. La imagen (ver imagen) representa un grabado de época, con la prefabricación de los arcos de maderas de transepto principal, con una luz de 22 metros. Los marcos de hierro fundido de la cortina de vidrio representaban también una novedad tecnológica debida a la presencia de tensores en cada panel prefabricado que le dan una apariencia preocupantemente contemporánea.
Paxton se inventó un coche que corría por el techo y que facilitaba el trabajo de los colocadores de las hojas de vidrio, lo que les permitió montar 19.000 paneles de vidrio en una semana. Se presentaron dudas sobre la estabilidad y la seguridad de la estructura. El problema era la resonancia. La idea que preocupaba era que una muchedumbre grande, moviéndose con regularidad dentro de la estructura, podría hacer que vibrara cada vez más hasta que sufriera un colapso.
Para poder estar seguros realizaron un experimento, con una construcción de prueba, sobre la cual 300
trabajadores anduvieron con regularidad e irregularmente, y luego saltando simultáneamente. Finalmente, para inducir las oscilaciones más regulares posibles, los zapadores de ejército y el cuerpo de mineros fueron llamados, y marcharon repetidamente en el paso a través de la estructura.
No olvidemos que a mediados del siglo XIX las teorías formalizadas de cálculo estaban en pañales y las grandes
obras de ingeniería, se basaban en la intuición más que en el cálculo. Ni más ni menos, como lo habían sido
todos los grandes edificios construidos hasta la época en los siglos anteriores.
El edificio del Palacio de Cristal, era enorme: 564 metros de largo y 125 metros de ancho. Con un ala que
sobresalía en un lado, de 285 metros por 15 metros. El crucero central era de 22 metros de ancho y 33 metros de alto, como una magnífica avenida. La superficie en planta era de 71.554 metros cuadrados, sin incluir los 20.101 metros cuadrados de galería.
El volumen interior del edificio era de casi un millón de metros cúbicos.
Para su construcción fueron necesarias, las siguientes cantidades de materiales:
– 70 metros cúbicos de hierro labrado (550 toneladas)
– 450 metros cúbicos de hierro fundido (3.500 toneladas)
– 85.000 metros cuadrados de cristal
– 17.000 metros cúbicos de madera, esto es 750.000 pies cuadrados
En un análisis numérico, podemos indicar: Toda la materialidad de la caja arquitectónica (como le decimos los
arquitectos) tenía un volumen de 18.370 metros cúbicos (considerando los cristales de un centímetro de espesor) Estos valores indican que el (92%), del volumen de la envolvente (arcos, canaletas, solados, vigas etc.) ERAN DE MADERA. Como los materiales se expresan en volumen como en superficie, el total de las partes metálicas, era en volumen, un 3 % del edificio.
Su «piel» de vidrio, y el soporte visible de columnas de hierro fundido, han hecho olvidar que la estructura de la cubierta era en madera, tomando la principal función estructural. Esta cubierta estaba conformada en las naves laterales con una sucesión de techos a doble pendiente de 7.30 metros de luz apoyando sobre vigas de madera.
¿Qué pasó después de terminada la Exposición?
El Palacio de Cristal fue desmontado y vuelto a montar en Sydenham en 1852. Paxton, supervisó la nueva erección del edificio. Volviéndose a abrir en 1854, fue destruido por el fuego en 1936. Así termino la historia de un edifico emblemático, del cual su recorrido nos deja, un edificio que se nomina por los materiales que los constituyeron. Desde su nombre Palacio de Cristal, o la invocación a la representación de la revolución del acero… Donde el 92 % del volumen de la envolvente y su estructura, era de madera.
Fuente maderadisegno Revista Digital de Arquitectura en Madera.