Nueva entrega de una serie de artículos coordinados por la Asociación Latinoamericana de Diseño (ALADI), en una producción exclusiva para D&F Muebles. “La imagen del producto vende por sí misma, cuando la expresamos claramente y en el poder comunicar la utilidad y funcionalidad de ese objeto creado para satisfacer una necesidad que no es sólo arte, está el futuro posible, el diseñar el producto, hacer la línea de producción”, afirmó quien escribió este artículo, Cristina Amalia López (Agenda Book 21).
El diseño está en la exquisita simpleza de lo que se expresa a través del lenguaje de las formas. Representar en la mente algo que no existe o que no está presente y poder transmitirlo para que se comprenda y se conciba, es idear, inventar y generar la oportunidad de que ese plan sea tangible.
La imagen del producto vende por sí misma, cuando la expresamos claramente y en el poder comunicar la utilidad y funcionalidad de ese objeto creado para satisfacer una necesidad que no es sólo arte, está el futuro posible, el diseñar el producto, hacer la línea de producción. El diseñador es el articulador de este proceso y tiene que identificarse con el cliente para asegurar una posición positiva del producto en el mercado.
Comunicar ideas, ponerse de acuerdo en la ejecución de las mismas, y reproducirlas en un prototipo, jugar con las formas y verificar su función, materialización y procesos de producción, comprometen el desarrollo integral de un proyecto sostenible, es la tarea de oficio que tiene el diseñador como identificador de problemas y posibles soluciones, captando el perfil al que va dirigido el mismo y la visión y misión de la empresa y su enfoque al mercado.
Lograr que una producción desarrolle en serie, una muestra, que fue aprobada, y hacerlo en la misma calidad que se concibió, es posible cuando el trabajo de cada área concluye en una complementación excelente.
Está en el creativo, canalizar las necesidades, estudiar el problema para poder resolverlo con una propuesta superadora, jugar con el deseo, la necesidad y la demanda, en esa forma plásticamente representada en los detalles que vemos en el uso cotidiano de nuestros propios inventos.
Tanto lo visual como lo auditivo, y en especial lo táctil, todo aquello que involucra los sentidos, genera en la gente sensaciones diferentes, gozos y placeres, confort, como rechazo y negación, y deseos encontrados, más cuando aparece la creación novedosa, la paleta de color, la mezcla de materiales… Observamos que muchos objetos se reacondicionan y revisan constantemente para acaparar la atención de los consumidores.
Se necesita la inteligencia aplicada en la selección cultural del elemento para dar identidad a aquello que el cliente nos solicita, esto es entender al cliente, captar su mensaje, hablar en su mismo lenguaje, incluso asesorarlo para brindarle lo que necesita, por lo que el diseñador debe aprender y saber cosas distintas para satisfacer al cliente y ser de alguna forma intérprete del fabricante, del productor, del consumidor, del usuario, del cliente.
Imaginar es convivir con el futuro de las comunicaciones antes que existan y se concretan cuando se diseña
Al servicio del cliente
Como profesionales estamos al servicio de un cliente, que es quién nos paga, por ende no debemos de catapultarnos a la fama creyendo que nos haremos conocidos creando algo increíble, por el solo hecho que nos gusta como diseñadores, salvo si tenemos en quien nos contrata algo así como un sponsor para generar un elemento artístico que nos identifique, ya que aquí lo que importa es la satisfacción de quien me tomó para hacer una determinada tarea y no creerme que con ello pueda hacer lo que quiera. La marca debe enamorar al cliente y el usuario identificarse con el producto de esa marca.
Si el cliente quiere eso, no importa lo que sea, entonces el diseñador debe indagar, y lograr resultados en su exploración por alcanzar una propuesta posible; nunca hay que dejar de escuchar, el pensamiento lateral y la mente abierta es fundamental para quien diseña, y a partir de lo técnico, luego explicar y no opinar sino argumentar, buscar el diálogo, lo que es pertinente para tener sentido y para la realización de alta calidad.
Siguiendo con este análisis, la identidad, el mercado, el diálogo, la cultura, el diseño vemos que todo confluye en la capacidad del hacer: en el cómo y para qué, y por qué… o sea, recae en el sujeto capacitado en diseño para resolver problemas reales, derivamos en el saber-cómo o al saber-hacer, lo que conocemos como know-how.
Hace falta encontrar la idea central del negocio que permita satisfacer las demandas de los compradores y hacer dinero con la venta del bien o servicio, pero para que esto ocurra es preciso identificar el pulso interno del mercado, el cambio externo que influye en las decisiones a través de lo que la imagen televisa por ejemplo, nos lleva a consumir, ser capaz de detectar patrones en un mundo complejo para poder ubicar al negocio en la ofensiva, liderando para agrupar a las personas adecuadas con las conductas correctas y la información fidedigna para tomar decisiones mejores, más rápidamente y conseguir resultados.
Cuando logramos definir qué vamos a producir, debemos centrarnos en cómo articular el proceso de producir con valor agregado, posicionando el producto o servicio, y la visión es totalmente distinta cuando el diseñador forma parte de la cadena productiva y se logra comunicar ideas de forma efectiva.
Es necesario seleccionar a las personas basándose en sus acciones, decisiones y conductas, alineándolas a las demandas de trabajo, creando equipo. Conseguir líderes muy competentes, emocionalmente estables, realistas, maduros, calmados y leales, que trabajen juntos expeditamente. Fijar objetivos: determinar resultados deseados que estén balanceados entre los que el negocio puede llegar a ser, con lo que es realista conseguir. Establecer prioridades con precisión, definiendo caminos y alineando recursos, acciones y energías para lograr los objetivos.
Es absolutamente interesante aprender a trabajar en equipo, pero imprescindible es también identificar con quién o con quienes y para qué y cómo, por cuánto, cuándo, donde, generar el grupo de trabajo, es decir tener planificación.
En otro aspecto está también la reformulación de propuestas y la puesta en valor de lo conocido para transformarlo y rediseñarlo aprovechando su clara identificación.
Uno tiene que entender como profesional del diseño, cómo surgen los procesos culturales, que resurgen, y retoman raíces, hechos vitales transformadores (por eso aquello de que el diseño es un transformador social), esos hitos, marcan un antes y un después. Es así como esta banda de música como la silueta de Mickey de Walt Disney, la Mona Lisa o el hombre de Vitrubio de Leonardo Da Vinci, o la bandera de la Cruz Roja, o la foto de Juan Pablo II y Madre Teresa, por citar algunos ejemplos, son identificados rápidamente por la gente de todo el mundo, representan una impronta, una marca, una identidad global, que surgida desde lo local se globaliza y se transforma en universal. Concluir que evidentemente la gente tiene más afinidad con ciertas imágenes y acciones que con otras por la conjunción de talento y capacidad, rescatar “la curiosidad” y la necesidad de “volver a la simplicidad del trabajo”.
Y en esta capacidad de adaptar lo conocido para convertirlo en algo nuevo, consideramos al enseñar el oficio, que “adaptar no es copiar” sino trasformar teniendo la capacidad y el talento para reproducir y recrear un elemento nuevo, “moda”, mejorando lo conocido con más información, mayor tecnología, aplicación de productos mejorados y reciclados ecológicamente, sin perder la perfección teórica y la práctica de la excelencia del hacer, desde el amplio conocimiento de la técnica y la estética de la profesión.
Como profesionales estamos al servicio del cliente, comunicar efectivamente favorece el proceso de producir con diseño.
Foto: Gentileza www.facebook.com/aladipresidencia