(Buenos Aires, 31 de julio de 2013). Lo afirmó el ingeniero y Master of Science Forestal, Jorge Fahler, quien se desempeña en la actualidad como consultor foresto industrial. La pregunta surgió a raíz de un documento que emitió la entidad AFOME (ver nota aparte). “Ha habido una anarquía muy grande, no sólo en el concepto de forestar en cualquier lado, sino que ha habido discrecionalidad en la instalación de industrias”, afirmó Fahler.
– Queríamos saber cómo está la situación de la foresto industria en Misiones.
– Me parece que también habría que hacer mención a otras regiones, como el Valle (de Río Negro), Cuyo, el NOA, de lo cual también depende mucho la actividad de esta zona. También hay que analizar desde el punto de vista nacional la incidencia que tienen esas regiones a veces en los déficits. Hay ejemplos muy claros. Por ejemplo, hoy el álamo en Cuyo vale tanto como la araucaria en Misiones. Es un despropósito. Y se llega a eso porque no hay más álamo, por ejemplo. Entonces, tiene que ser suplido por otras ofertas de madera u otra planificación. Así que a veces no es sólo la visión desde una provincia o desde una región. Así como en algún momento nos interesaba mucho la exportación, cuando eso se cae te empieza a importar el mercado interno y las microrregiones del mercado interno.
– Cuando se instaló Botnia en Uruguay se pensó que la iba a abastecer de madera una cuenca y no sólo el millón de hectáreas que hay en su territorio. Además, con la entrada en vigencia de algunos proyectos celulósicos en la región en 2015 podría llegar a haber faltante de madera en la región.
– Sí, sin duda. Si el producto final es un commodity, trasladar rollos es más commodity todavía. En algún momento había una ecuación que decía que no se podía mover la materia prima más de 50 o 60 kilómetros. Y hoy asistimos a un escenario donde hay regiones que están fletando la madera 300 kilómetros o más. Eso va en detrimento del productor forestal, porque vos no le podés agregar el flete al costo del producto final que después compite con el mismo producto generado bajo otras condiciones.
– Sí, el rollo de Corrientes está llegando al Alto Paraná.
– Exacto. Está viajando 300 kilómetros (enfatiza), para un flete que no es barato. Estamos asistiendo a un despropósito, en realidad. Y si te ubicás en el mapa mental, la cuenca del río Uruguay que llega hasta San Vicente, San Pedro, en Misiones, donde ya no queda madera de monte y tiene muchos aserraderitos que se han convertido de procesadores de madera nativa a productores en base a madera cultivada, están fletando madera del norte de Corrientes. De nuevo, 250 kilómetros de flete de madera, que además no es espectacular. Porque es madera de los raleos correntinos.
– Lo mismo ocurre con la puesta en marcha de una nueva línea para producir MDF en Platinum, en Mendoza, que va a necesitar madera de Córdoba. A simple vista, el mapa está bastante mal hecho.
– Ha habido una anarquía muy grande, no sólo en el concepto de forestar en cualquier lado, sino que ha habido discrecionalidad en la instalación de industrias. Hoy el parque industrial de Misiones se arrima a las 900 unidades fabriles que hacen que cortan madera, digamos. Y si a ésas le sumamos las poco más de 300 industrias de Corrientes estamos en 1200, 1300 industrias madereras en una sola región. Pero, además, con el concepto de que muy pocas de ellas son de altísima tecnología. Son más cuestiones de emprendedores y de personas que se han dedicado a cortar con tecnología viejísima, en la mayoría de los casos, a fuerza de pulmón y mano de obra y cierta inteligencia para hacer funcionar máquinas viejas. Entonces, esa composición, si la mirás desde el punto de vista global decís que es una espectacular generación de mano de obra. De eso no cabe duda…
– …(interrumpiendo) Ésa es otra de las preguntas que te quería hacer, respecto de los otros modelos foresto industriales que hay en la región, como los de Chile o el que se está gestando en Uruguay, con relación al argentino.
– Claro, el tema de las escalas es fundamental. Casi ninguna de las empresas que existe en la Argentina tiene una escala de producción similar a las internacionales. En primer lugar, porque casi ninguno tiene disponibilidad de materia prima propia suficiente para encarar una industria de ese tipo, salvo Alto Paraná y, eventualmente, Bosques del Plata. Y a la zaga estaría Pomera, que ahora tiene 30.000 hectáreas. Muchas de estas industrias pueden generar altísimos niveles de producción cuando tienen asegurado un alto porcentaje de materia prima propia. Lo otro es que este número de unidades fabriles en Misiones –900, 1.000- está apoyada en Misiones sobre más de 25.000 productores forestales. Lo cual te indica que hay dos o tres que tienen una superficie relevante y el resto son, algunos con miles de hectáreas, y un montón que tienen algunas hectáreas. Entonces eso tampoco conforma la posibilidad de asegurar un abastecimiento fluido y regular. Porque compaginar el trabajo de más de 20.000 unidades forestales, la mayoría sin una escala forestal relevante, es un incordio también. Entonces, cuando vos ves el mapa hay muchas forestaciones, pero después hay que ver quiénes son los propietarios, cómo están manejadas las plantaciones y qué posibilidades hay de abastecer muchas industrias con la regularidad necesaria. Y sobre todo con la dificultad que tienen los pinos que no los podés acopiar en patio de industria porque a los pocos días se mancha. Entonces siempre tenés que estar trabajando con materiales frescos. No podemos hacer stock de dos o tres meses de pino para cubrirnos de eventualidades climáticas.
– El sistema silvopastoril puede ser una ventaja para cubrir esa necesidad de caja inmediata.
– Sí, no caben dudas. Y, además, te obliga a tener un buen perfil forestal, usar buenos materiales genéticos, podar. La conjunción es muy buena. Y por suerte va avanzando.
– Tenemos la información de que nos se está plantando en Misiones y que se está cortando más de lo que se planta en la provincia. ¿Vos también tenés esa imagen?
– Sí. En general, a nivel nacional, no se está forestando como se debiera. Las tasas de forestación o de reforestación son muy bajas, a pesar de los incentivos o de los sistemas de aliento a la forestación, tanto nacional como de las provincias. Si a eso le sumás que el trabajo de estas miles de industrias que están procesando madera, te encontrás con que hay zonas en las que se ha producido una disminución no sólo de la superficie sino de la oferta de volumen. Y Misiones para mí no está en equilibrio, se está consumiendo más madera de la que se está generando. Y Corrientes es un poco la antítesis, porque va camino a tener casi 500.000 hectáreas y no hay un proyecto industrial, lo cual tampoco es una buena noticia. Si en Brasil hay US$ 6.000 millones de inversión anual en el sector, si en Uruguay están radicadas cinco de las diez mayores empresas a nivel mundial… Ninguna de estas inversiones en plantas tipo Botnia son inferiores a los US$ 1.200 millones. En Brasil y Uruguay están instalando dos, tres o cuatro de ésas, que son las que no vienen a la Argentina, en realidad. Hace más de treinta años que no se inaugura una planta importante en la Argentina, desde Alto Paraná en 1981. A nivel de aserraderos también hace años que no hay una inversión importante.
Foto: Archivo Desarrollo Forestal.
Más información en Desarrollo Forestal impreso de julio (Año XXII, número 217).