Según un informe del INTA EAA del departamento de Concordia este insecto, que fue detectado el año pasado, proviene de Australia y fue encontrado por primera vez fuera de ese país en Sudáfrica, en 2003. Desarrollo Forestal dialogó en exclusiva con el biólogo Juan Pedro Bouvet, miembro de la institución, acerca de la investigación realizada por él y las últimas novedades al respecto.
La investigación realizada por Juan Pedro Bouvet y Norma Vaccaro cuenta que se ha registrado esta amenaza sobre varias especies de eucalipto como Eucalyptus camaldulensis, E.tereticornis, E viminalis, E. grandis, E. dunnii, E. saligna, entre otras.
El informe presentado en las últimas Jornadas Forestales de Entre Ríos precisa que tanto los adultos como las ninfas de esta especie conviven en las mismas hojas y se alimentan succionando la savia de los árboles.
El ciclo de vida de la “Thaumastocoris peregrinus” es corto, ronda los 35 días. Cada hembra a lo largo de su vida puede poner hasta unos 60 huevos. Cuando la población de chinches es alta, al succionar la savia produce un descoloramiento en las hojas por la pérdida de clorofila y esto repercute en el proceso fotosintético. Al verse dificultado, el eucalipto puede llegar a perder su follaje.
Usualmente las hojas se tornan de un color rojo amarronado, comenzando con el lado norte de la copa del árbol, pero progresivamente se dispersa por toda la copa.
En las zonas afectadas la preocupación es grande, debido a que no se tiene información de acerca de cómo controlar el avance de éste insecto.
El control químico resulta difícil por dos motivos. Por un lado, no hay productos registrados para estas chinches, y por el otro, es difícil la penetración de los insecticidas donde se ubica la plaga, dentro del árbol.
La mejor opción para este tipo de plagas y cultivo es el control biológico, pero hasta la actualidad se desconoce qué insecto podría ser utilizado para ese fin. Investigadores están buscando en su lugar de origen.
El INTA EAA de Concordia lanzó una encuesta entre los propietarios del lugar para evaluar el avance de este insecto. Desarrollo Forestal dialogó en exclusiva con el biólogo Juan Pedro Bouvet, miembro de la institución, acerca de la investigación realizada por él y las últimas novedades al respecto.
– ¿Qué aspecto y tamaño tiene la chinche?
– La chinche es muy pequeña. Vino desde Australia, se calcula que en 2003 o 2004. Pero se la encontró recién en 2005, en Buenos Aires, porque cuando una nueva especie ingresa hasta que no se reproduce normalmente no se la ve. Y en 2006, ya la encontramos en Concordia. Es muy pequeña, de 2 a 4 milímetros. Es un insecto chupador que succiona savia, y al absorberla deja la planta clorótica (NdR: planta verde que padece una enfermedad de los vegetales, que se traduce en el amarilleo de las hojas y otras partes verdes, denotando la falta de clorofila), por lo cual realiza mucho menos la fotosíntesis y reduce la producción al árbol, exfoliándose. Se puede llegar a morir el árbol si no llega a tener la fuerza para rebrotar. A la chinche la encontramos en todas las especies de eucalipto. Por ahora el fenómeno es muy nuevo y no se pudo calcular el daño, no tuvimos el tiempo.
-¿Qué estudios se están realizando?
– Actualmente no nos dedicamos al área forestal, sólo lo hacemos porque no hay nadie. Pero lo que estamos haciendo es con trampas, para estudiar cómo la población oscila durante el año y así saber qué formas son las que lo hacen variar. También largamos una encuesta para saber cuáles son las experiencias que van teniendo los propietarios. Y a nivel mundial tampoco hay estudios grandes. Por ejemplo, en Sudáfrica lo encontraron 2 años antes que acá y no están mucho más avanzados que nosotros. Pero en Australia la situación es distinta porque es nativo de allá. Sólo sé que la declararon en problemas en 2005 pero seguro fue porque los reguladores biológicos no funcionaban bien en la urbe. En el campo no tienen ese problema.
-¿Qué tan avanzada se encuentra la plaga? ¿Se la puede llamar plaga?
– Yo no me juego a decir plaga, para eso por definición tiene que causar un daño económico. Y si bien uno por ahí lo ve como tal, tiene que evaluarlo para realmente declarar la plaga. La distribución actual está fundamentalmente en Buenos Aires, Entre Ríos y Corrientes también. Pero calculamos que también llegó a Misiones.
-¿Cuáles son los lugares más afectados?
– Calculamos que en Buenos Aires, por las especies de eucaliptos que ellos tienen. Porque son las que prefieren las chinches del eucalipto.
-¿Qué formas de combatirla existen?
– Nos han dicho que han hecho unas pruebas de control pero no tuvieron resultado porque esta especie se dispersa muy rápidamente. Los controles químicos no son totalmente efectivos. Tenés que echar mucho producto en las forestaciones para que haga efecto. Eso significa un gran costo. El control químico no es buena idea. En las forestaciones siempre se piensa en la posibilidad de un control biológico. La idea es traer un parasitoide de Australia.
Pero eso ya está ahora en manos de INTA Castelar. Hay una gran burocracia al respecto, porque insertar una nueva especie puede afectar a otras especies. Suelen pasar si están emparentadas, tienen mismo nicho, por ejemplo. Por eso siempre se trata de evaluar con anterioridad.
-¿Qué se recomienda a los propietarios?
– La verdad es que no podemos recomendar nada porque es un tema nuevo, y no sabemos cómo se va terminar controlando. A veces es normal que hagan una explosión demográfica cuando una nueva especie entra a un lugar nuevo. Pero a veces con el paso del tiempo puede ser que se autorregulen, no se sabe.
Fotos: Gentileza INTA Concordia.
Más información en Desarrollo Forestal de agosto (Año XVII, número 168).