Muebcol incertidumbre desgastante: D&F Muebles dialogó telefónicamente con Gonzalo Cravero, titular de la fábrica de muebles Muebcol, ubicada en la localidad cordobesa de Colazo. Muebcol presentó un nuevo diseño en cama cucheta y fue premiada en FIMAR 2022. Además, la empresa comenzó a recibir mayores pedidos de sus clientes. “Nosotros tenemos trabajo, gracias a Dios. Pero la fábrica no gana (plata) hoy. Porque es tanta la variación y las tasas (de interés)”, dijo el entrevistado.
– La empresa obtuvo un premio en FIMAR 2022 por una cama cucheta. Te pido que me cuente un poco la historia de Muebcol.
– La empresa, en relación al apellido, lleva muchos años. La fundó mi papá debajo de una planta. Empezó con mi mamá, después se sumó mi tío y más tarde se disolvieron. Fuimos quedando los integrantes de mi familia; después mi hermano se va a la fábrica de pinturas Sinlac y con mi hermana nos separamos hace tres años. Ella tiene la fábrica de sillas y mesas Innova y yo quedé a cargo de la fábrica de muebles, que se dedica a la fabricación de camas y de otros productos.
A raíz de lo que estamos pasando, estábamos preocupados porque no había ventas. Entonces decidimos invertir en diseño; contraté a los diseñadores de Arn-Salum y diseñamos una línea que se convirtió en un gran desafío. Porque es una línea que está en falsa escuadra, inclinada. Hicimos esa línea y fue premiada en FIMAR 2022 como el mejor producto. Según lo que decían los visitantes, era el único producto distinto que se mostró en la feria.
– No deja de ser un mérito que apostaron por el diseño y ya tuvieron las primeras alegrías.
– Sííí, sííí. Nos sólo para mí sino también para la gente. La gente estaba acostumbrada a hacer siempre el mismo producto y cambiar fue un desafío. Los que lograron el producto fueron ellos. Si bien yo les enseñé a leer los planos, lo hicieron ellos. El mérito es del personal. Están chochos, porque ven que pueden fabricar un buen producto.
– ¿Tuvo buena aceptación entre tus clientes este nuevo producto?
– Sí, la aceptación fue muy buena. Porque es algo distinto, todos quieren probarlo. Eso también generó más ventas. Ahora estamos abocados a producirlo. No es fácil. Para colmo nos pasó de todo: al no haber ventas, nosotros bajamos stocks, como todo el mundo. Todos fueron bajando los stocks de materias primas.
Nos fue bien en la feria, vendimos bien y se vino el parate de que nadie te entregaba nada (NdR: Coincidió con la renuncia del entonces ministros de Economía, Martín Guzmán, a principios de julio, y la breve asunción de Silvina Batakis, hasta que la sucediera Sergio Massa a principios de agosto). Hubo como un mes y pico después de la feria en el que nadie te entregaba nada. Ahora mismo se entregan productos a cuentagotas; hay muchos productos que no se consiguen y estamos renegando.
– ¿Sigue habiendo falta de entrega de productos por un tema de precios?
– Para mí, el principal factor es la especulación. Hay muchos que siguen especulando. Pero hay productos que no. Por ejemplo, los lustres. Sé que hay productos que no están entrando, y eso es un problema. El hecho que no entren algunos productos importados es un problema muy grande.
– ¿Cuáles son los componentes de la cama cucheta que fue premiada? ¿Tiene algún material difícil de conseguir?
– Nosotros siempre habíamos trabajado cien por cien en pino. Entonces, como aumentaba desmedidamente -porque sabemos que la madera de pino aumentó mucho más que la inflación- nosotros apostamos al MDF. Dijimos de hacer un mix entre MDF laqueado y pino. Y ahora lo más difícil de conseguir es el MDF. No está fácil conseguir MDF y, además, a un precio razonable.
– ¿Qué cantidad de empleados trabajan en la planta de Muebcol?
– Hoy tenemos 44 empleados.
– Es una empresa mediana, relativamente grande.
– Sí.
– Además de las camas, ¿qué otros productos fabrican en la planta de Colazo?
– Nosotros hacemos toda una línea juvenil, camas de una plaza, cuchetas, diván cama. Ahora también empezamos a fabricar bahiut, boxes para somieres. Hemos ido ampliando la línea. Pero, sobre todo, nos dedicamos a la fabricación de camas y muebles. Yo no fabrico mesas ni sillas, porque en esos rubros está mi hermana.
– ¿Ustedes venden en todo el país?
– Sí.
– ¿Cuáles son los mercados más pujantes en este momento? ¿O no hay una tendencia de ese tipo?
– No, no, es variado. Por ahí hay zonas en las que baja un poco la demanda y a la vez, otras empiezan a comprar más. Nosotros gracias a Dios estamos vendiendo bien en provincia de Buenos Aires, donde antes no vendíamos casi nada. Siempre la zona en la que más vendíamos era el norte, pero hoy no es lo mismo.
– ¿Qué cambió?
– Creo que es porque en esa zona de país se pagan sueldos mucho más bajos. La mayoría son empleados públicos y los sueldos no alcanzan. Se ha caído un poco ese mercado pero, igualmente, nosotros seguimos vendiendo.
– ¿Esta inyección que les dio el diseño los motiva a pensar en encarar proyectos similares?
– Sí, ahora no hay que quedarse. Vimos que el mueble argentino precisaba innovar en diseño. Ya tenemos proyectos para otros productos más. Estamos viendo si fabricamos algo en petit muebles, que nos están pidiendo.
La industria en general
– Si yo te preguntara sobre la industria del mueble de manera global, ¿qué balance podés hacer de este 2022? ¿En qué momento estamos parados ahora? ¿Se podría esperar algún tipo de estabilización? ¿Cómo lo ven ustedes?
– Nosotros tenemos trabajo, gracias a Dios. Pero la fábrica no gana (plata) hoy. Porque es tanta la variación y las tasas (de interés)… El mueble argentino lo tiene que financiar el fabricante y hoy a nosotros se nos han acortado todos los plazos. Y con los intereses que hay es muy difícil.
– Fue fuerte el aumento de la tasa de interés.
– Exactamente. Y, además, todo aumenta. Nosotros solamente en energía eléctrica tuvimos un aumento del 30 por ciento este mes. Y todo suma. Los gastos fijos asustan. Y, para colmo, están estas variables… el año pasado hubo cuatro meses en los que nosotros no llegamos a cubrir los gastos. Y hay colegas a los que les está pasando eso ahora.
No está muy linda la venta. Yo fui a hablar al Ministerio de Industria (de Córdoba) por el tema de la gente, de mis empleados. A ver cómo podíamos hacer para mejorarle la calidad de vida a ellos. Porque son los que hacen mover la economía. Si puede haber algún tipo de ayuda; no la quiero para mi fábrica, sino para ellos. Porque son buena gente, se comprometen. Pero por ahora no salió nada.
– Mencionaste anteriormente que hacía falta innovación en el sector. ¿Ésa es tu visión de la industria del mueble en general o hay excepciones de fábricas que apuestan al diseño? Porque en 2020 mucha gente renovó sus muebles. ¿En qué quedó ese impulso de ventas? ¿Se tradujo en una oferta de mejores muebles o fue un boom de ventas pasajero?
– Fue un boom de ventas pasajero. Fueron ocho meses en los que vivimos una locura. Después la demanda se cayó muy mal; los siguientes nueve meses fueron malos. Y ahora se acomodó más o menos, pero también es entendible que la gente no llegue a comprar. Con los sueldos que se están manejando, la gente no llega y prioriza otros consumos. Eso es lo que pasa. Lo último que se va a pensar en comprar va a ser un mueble.
– Comentaste que no se vio en FIMAR 2022 que otras empresas hagan grandes inversiones en diseño.
– No, no lo vi en FIMAR. Sí estoy viendo ahora que hay oferta de nuevos productos. Vi en FIMAR dos o tres empresas que habían presentado innovaciones, pero no en una línea totalmente distinta. Esperemos que nos siga yendo bien con este producto.
– ¿Cuál es la estrategia de la empresa? ¿Qué piensan en la empresa para encarar el 2023?
– (Breve pausa) Hoy en Argentina no podés pensar en mucho más. Vivís el día a día. No sabemos qué va a pasar mañana. Es la incertidumbre con la que vivimos siempre, que eso es lo desgastante que tenemos nosotros. Vos querés proyectar, querés emprender cosas a futuro, pero al otro día te cambia todo. O te cierran la importación o te falta algún producto, te tenés que reinventar continuamente. Ése es el problema más grande.
– Además de la alta inflación, que hace que el empleado medio tenga cada vez menos poder adquisitivo.
– Y, sí. Yo quisiera que mis empleados ganaran el triple de lo que ganan, pero nosotros tampoco lo podemos pagar.
– Si pudieras hablar con integrantes de FAIMA o de asociaciones gremiales empresarias, ¿cuáles son los temas que vos les plantearías para que ellos peleen para el sector?
– (Hace una pausa) No sé, me tendría que poner a pensar bien. Uno de los temas sería tratar de conseguir los productos. Por lo menos que se pueda abrir la importación de los productos que no se fabrican en Argentina. Porque hay, por ejemplo, algunas correderas metálicas, ciertos tipos de tornillos que usa el mueble que no se fabrican en el país. O el que tiene ese producto en Argentina lo cobra a un precio imposible. Tendría que haber libre importación por ciento tiempo y después proyectar la instalación de fábricas que lo puedan producir acá. Pero hay que acompañar a la industria para que lo pueda fabricar.
Yo, por ejemplo, me hago fabricar ganchos para escaleras en una fábrica de Córdoba; las ruedas las hace una fábrica de Rosario. Le vamos pidiendo a la industria lo que hace falta y lo hacemos fabricar. Eso también nos demanda que tengamos que comprar mucha cantidad y stockearlo, para que los proveedores también puedan hacer las plantillas y empezar el proceso de fabricación. Eso también nos produce una complicación financiera porque tenemos que vivir stockeándonos y después hay que pagarlo.
– ¿Decías que en este momento hay problemas en la entrega de placas o de tableros en MDF?
– Sí, por ahí las fábricas no producen. Si ellos no llegan a cubrir los costos, es entendible. No sé. Sé que hay problemas en la provisión. También en el caso de la madera. Tuvimos el problema de que, cuando exportaban, te entregaban a cuentagotas. Ahora no es lo mismo, pero los precios son altísimos.
– ¿Ustedes compran el pino en Misiones?
– Sí. Cuando yo arranqué hace tres años un equipo de pino puesto en Colazo costaba $750.000. Hoy, tres años después, cuesta $3,5 millones. Se multiplicó por cinco el valor. Fue un amento de alrededor del 130 por ciento por año.
– Una locura. ¿Cuál es la explicación, que estaba muy barato? ¿O se aprovechan porque hay demanda?
– Sí, el precio de la madera estaba atrasado. Hoy es cosa de locos. Una posibilidad es que vendían el producto afuera más caro, entonces no entregaban al mercado interno. Y hubo aumentos pero, para mí, fueron desmedidos. Muy desmedidos. Y hoy no hay precio. Te llaman de distintos aserraderos y hay variaciones de un 40 por ciento.
– ¿El mismo producto?
– El mismo producto. Otro tema es el de los fletes. Nosotros traemos la madera de 1.200 kilómetros de distancia y antes los fletes no incidían tanto. Hoy inciden mucho. Estamos hablando de que un flete termina costando casi $300.000. Es muy caro. Pero también es caro el combustible para el fletero, son caras las cubiertas. Es un problema para todos. No sé si los industriales son los culpables. Acá el problema es que no hay materiales y todas las industrias lo deben estar viviendo de la misma manera.
– Hay mucha inestabilidad. Hay productos que parecieran no tener precio y la gran pregunta es cuándo se estabilizará la situación.
– Exactamente. Yo pido que podamos trabajar, nada más. Queremos que las reglas sean claras. Después nos acomodamos todos, como siempre pasó. Ya hemos vivido varias. Pero lo que pasa ahora es que hay cambios semana a semana, día a día. Con esta línea nueva teníamos proyectadas un montón de cosas; una inversión en dos máquinas que nos hacen falta. Pero llegamos a la conclusión de que no podemos, por si pasan cosas. Y pasaron.
– ¿Las máquinas en las que piensan invertir son importadas?
– Sí, son chinas. No se fabrican acá. Pero ahora tampoco las podemos traer. No sé, estamos averiguando. Porque hay importadores en Argentina, pero las sumas cambian mucho.
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Fotos: Gentileza Muebcol.