Día de Industria diseño oficios: Se recordó en el país el 2 de septiembre el “Día de la Industria Argentina”. La fecha conmemora el día en que zarpó del puerto de Buenos Aires el primer embarque de exportación con productos elaborados en el país. Paolo Bergomi, diseñador, empresario y presidente de ALADI escribió esta columna exclusiva para D&F Muebles
«Pudiera ser que esta exposición de nuestra industria marque el comienzo de una regeneración social, que muestre a la presente y a la próxima generación el camino por donde hemos venido extraviados, a fin que lo eviten cuidadosamente». Domingo Faustino Sarmiento –entonces presidente de la Nación- pronunció estas palabras en la inauguración de la Exposición Nacional en Córdoba, en 1871.
Factores organizadores
Elementos de oficio y de ámbitos de trabajo fueron los factores que organizaron nuestra industria naciente.
Oficios, entendidos no como simples trabajos en sí mismos, sino como transformación de especializaciones de las cuales poder sentirse dueños absolutos. Y a las cuales poder confiar la suerte de las comunidades involucradas.
Oficios que definieron estilos de vida antes que de producción. Especializaciones que extrajeron a esas iniciativas de la cadena de producción, adoptando en su lugar una cadena de funciones, de modos, de habilidades de construir y de especializarse que llevaron a hacer funcionar la cabeza para inventar y diseñar. Mover con capacidad las manos para producir y para realizar.
Talleres
Ambientes como lugares de integración y oficios. Su importancia en este tipo de economía y de vida ha resultado tan evidente que se puede decir que la historia de nuestros emprendedores es sobre todo una historia de talleres.
Talleres con dimensiones, en principio, absolutamente domésticas. Luego, a través de primitivas formas de micro empresas, para progresar inestablemente a las de pequeña y mediana.
Ambientes en cierta forma fortificados, que parecen haber desarrollado una especial capacidad de supervivencia para enfrentar los períodos imposibles de nuestra historia.
Claramente estas condiciones y resultados generaron la masa crítica de la civilización productiva del país, aquella que necesitamos recordar cada 2 de septiembre.
No como una anécdota arqueológica, sino como cimiento de la cultura material necesaria y exigida por la modernidad para instalar en forma definida nuestra propia identidad y su tan necesario futuro.
«Es imprescindible definir los orígenes de nuestra propia cultura industrial, proyectual y productiva. Este objetivo implica bucear los antecedentes, tomando conocimiento y reconocimientos de aquellos valores, piedras miliares, que contribuyan al rescate y a la puesta en valor de la Industria nacional. Sólo el pleno reconocimiento de nuestro pasado nos permitirá definir nuestro futuro» (Premisa del Museo del Diseño y de la Industria “Hecho en Argentina”).
Busquemos un punto de encuentro entre la memoria y la reflexión, transitando las posibilidades económicas y políticas, desgranando el rosario de los escasos momentos de bienestar y los muchos de crisis, intersecando las acciones de los estados con políticas mutantes, con los intereses de una comunidad productiva con verificables debilidades de gestión asociativa.
Recordamos a Carlos Pellegrini en la Cámara de Diputados en 1877: «Una nación en el concepto moderno no puede apoyarse exclusivamente en la ganadería y la agricultura, cuyos productos no dependen sólo o de la habilidad del hombre, sino y en gran parte, de la acción caprichosa de la naturaleza. No hay hoy, ni puede haber una gran nación industrial, que no sepa transformar la inteligencia y la actividad de su población en valores y en riqueza, por medio de las artes mecánicas. La República Argentina debe aspirar a ser algo más que la inmensa granja de Europa, y su verdadero poder no consiste ni consistirá en el número de sus cánones y sus corazas, sino en su poder económico».
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Fuente y fotos: Paolo I. G. Bergomi, diseñador, empresario y presidente de la Asociación Latinoamericana de Diseño (ALADI).
