D&F Muebles rescató de su archivo de 25 años de trayectoria el siguiente diálogo exclusivo que mantuvieron con Blanco dos enviados especiales del periódico al barrio porteño de San Telmo. El artículo se publicó en julio de 1998, cuando Argentina llevaba siete años de Convertibilidad y la importación de muebles estaba muy instalada.
– ¿Cuál es la situación actual del diseño en la Argentina?
– Ehh, parece que uno solamente generara quejas. Son quejas relativas. Yo hace 30 años que trabajo en la industria del mueble y he vivido, no me puedo quejar en ese sentido. Me da pena lo que no se hace. Se podría hacer tan fácilmente. Me parece que hay como una actitud de generar un mito de que los diseñadores son caros o son complicados. Si esta nota fuera leída por algún empresario, me gustaría decirle que no es así, que los diseñadores son gente con los pies puestos sobre la tierra, que sabe que tiene que trabajar, que tiene que generar productos vendibles, fabricables, que le gusten al público. Esos son los condicionamientos que tiene un diseñador. No es un artista loco ni mucho menos.
– Vayamos a un caso puntual. Por ejemplo, un fabricante que quiere desarrollar un modelo, ¿qué porcentaje de valor agregado le generaría la presencia de un diseñador?
– (piensa, duda) Ehhh, hay muchas maneras. Puede tener un costo directo por cantidad de trabajo hecho o una regalía sobre el éxito o el fracaso del trabajo. También depende del volumen de producción que se haga. Si lo quiere ver como un costo -que para mí no lo es, sino que creo que es una inversión-, que el empresario haga lo mismo con lo que le paga a un contador. Es un trabajo profesional, nada más. No es el trabajo de un artista, en donde hay una situación difícil de evaluar como lo puede ser el precio de un cuadro.
– ¿Cuál sería la manera de que diseñador y empresario se articularan como para poder trabajar conjuntamente?
– Que llamen a los diseñadores. Que pongan un aviso diciendo: “Busco diseñador de muebles”. Yo quisiera saber cuántos empresarios se han relacionado alguna vez con diseñadores y, si les fue mal, cuántos de ellos volvieron a intentarlo. Es un trabajo profesional, nada más y nada menos, no se trata de nada raro. Lo que hacen es sacar modelos de las revistas. Esto se da porque los autores de ellas se encuentran demasiado lejos como para venir e iniciarles un juicio. Esas fabricaciones no entran en los royalties de los diseñadores europeos que trabajaron para eso. Eso se llama robo. Con esto no quiero decir que todos los empresarios locales son malos y los europeos, buenos. En Europa también ocurre, pero, por lo menos, intentan relacionarse. Yo creo que el diseño existe solamente cuando un empresario decide hacerlo.
– En este momento, ¿tiene relación con alguna empresa?
– Sí, trabajo para varias. Pero siempre hay un interés profesional en seguir desarrollando diseños que, por ahí, uno reconoce que para un mercado tan conservador como el que tenemos son difíciles de concretarse.
Foto: Achivo D&F Muebles