Un enviado especial de D&F Muebles a FIMAR Córdoba 2018 dialogó en exclusiva con el fabricante de muebles Gustavo Viano, presidente del Comité Ejecutivo de la feria. “Nosotros entendemos que debe producirse una revisión total de la cadena de costos. Nuestro operario no gana dinero (enfatiza). Y es el mismo que compra el mueble, o compra un paquete de yerba. Entonces, si nosotros dañamos el aparato de consumo, estamos en un problema”, afirmó Viano.
– Antes de las elecciones de 2015 se debatía mucho cómo reducir costos sin devaluar. En tu discurso hablaste mucho de los costos de los proveedores y también el costo de los operarios. Y los proveedores podrían decir que existen costos argentinos, como el de logística, que no tienen que ver ni con la mano de obra ni con el panel. ¿Cuál es la visión de ustedes en este sentido?
– Como sabemos que los temas y las problemáticas son siempre iguales, más allá de los gobiernos, yo simplemente quise decir que en un momento el mercado se cerró. ¿De qué sirvió? Hizo que la industria se fortaleciera. Fue un punto a favor. En este momento del actual gobierno lo que sirve es que hay un gran sinceramiento de decir: “No se puede vivir toda la vida pagando una tarifa subsidiada, porque de algún lado sale esa plata”. Entonces, nosotros entendemos que llegado este momento debe producirse en ese sinceramiento una revisión total de la cadena de costos. Nuestro operario no gana dinero (enfatiza). Y es el mismo que compra el mueble, o compra un paquete de yerba. Entonces, si nosotros dañamos el aparato de consumo, estamos en un problema. Ahora, me parece que cada uno tiene una tarea por hacer.
El proveedor tiene un problema grave: no puede seguir con una industria en la cual yo tengo un tablero más caro que en Brasil; yo tengo un acero y otra serie de insumos más caros que en Brasil. Y un gran error de nuestras agremiaciones es no saber cuánto gana en dólares un operario de la industria de la madera y el mueble en Brasil. Empezando por ahí, yo quiero ver los costos.
Porque me puse a hacer una cuenta: si yo pago un operario con 15 años de antigüedad, incluidas las cargas sociales, me sale $30.000. Son US$ 1.500 (NdR: La entrevista se hizo a principios de abril, antes de que el dólar pasara de $20 a $26). ¡¡Mil quinientos dólares!! Un cajero de supermercado en Brasil gana US$ 700. ¡Y yo digo que mi obrero no gana nada! Hay que revisar esa cadena de costos.
– Fabricantes de muebles le dijeron a D&F Muebles que hasta la puerta de la fábrica eran competitivos. Y que de la vereda para afuera se agregaban costos que restaban competitividad, como logística.
– No comparto esa idea. Hay que diferenciar algo: no es lo mismo fabricar muebles para oficina, que sillas o muebles para cocina. ¡Qué vamos a estar competitivos hasta la vereda! No estamos competitivos. Cuando evaluás empresas como Reno, Johnson Acero o SQL, ellos venden productos que no son commodities. Son productos que tienen adaptaciones especiales. No mezclemos peras con manzanas. Hay juegos de living que los brasileños están golpeando la puerta para vender a un 50 por ciento de lo que vendemos nosotros. Nuestra Federación no tiene la capacidad para entender que esto es distinto.
– ¿Cuáles son los costos distorsivos, entonces?
– Nosotros tenemos dos costos fundamentales: mano de obra y materiales. Ésa es la composición más grande. Al mencionar logística has dado en un punto grave (enfatiza). Es un punto no menor. Hablemos del costo argentino. Yo quiero explicar que la composición del costo es una cuestión de que en materia prima tenemos diferencias del 30 por ciento, 40 por ciento o 50 por ciento. En un mueble RTA, ¿sabés cuánto representa lo que va dentro de la caja? Entre el 60 por ciento y el 70 por ciento. Y la mano de obra es casi insignificante: está en el orden del 20 por ciento del costo. El resto es utilidad.
– ¿El 10 por ciento es utilidad?
– Pongamos que sea el 20 por ciento. Un operario mío cobra US$ 1.510. No sé si es caro o es barato. Yo necesito tener a un fabricante de muebles de China o de Brasil y que me diga cuánto paga un operario. Y ahí nos vamos a dar cuenta que capaz que el costo laboral es caro.
– O están subvaluados el chino o el brasileño. Porque si al operario argentino no le alcanza para comer, no es caro.
– Ahí es donde nos tenemos que poner a trabajar. Vamos a un costo por productividad. Recién hablaba con otro fabricante que me dijo que paga el 2 por ciento mensual a una entidad bancaria por costo financiero por una venta a 180 días de plazo. En algunos casos se traslada al cliente. En otros, es menor rentabilidad. Yo te digo cómo se lograría una mejora en la mano sin elevar los costos: hagamos un convenio colectivo con cláusula de productividad sin cargas patronales ni salariales.
Sin cargas. Entonces, por ejemplo, yo le pago al operario $1 por cada kilo de aglomerado que entra a la planta. Sería una medida de control de productividad. ¿Qué logro yo? Ser más productivo. ¿Qué modifiqué en precio? Nada. Logré productividad, que me hace más competitivo. Ahí tenés una solución. Financieramente, sacame la factura conformada. ¿Por qué yo voy a tener que pagar los platos rotos de que un cliente se cayó y me trasladó el problema a mí? A nosotros no compran mercadería y pagan a los 180 días y ellos las tarjetas a ellos les pagan al contado.
Vamos al costo de las placas. Que las placas sigan con el precio actual, pero necesitamos que nos acompañen con el financiamiento. ¿A qué plazo te venden la placa? A 30 días. Y yo vendo muebles, con el proceso productivo, a seis meses. Hay que equilibrar eso (enfatiza).
– Entonces estaríamos hablando de un control del mercado.
– No, no, no. Acompañemos las reglas de juego.
– ¿Quién haría el control?
– Vamos de nuevo. En cuanto al costo financiero, yo voy con el cheque que me dio un cliente al banco y me dice que no tengo crédito. En la calificación, por ahí la empresa no tiene suficientes activos como para poner respaldo. Entonces yo le llevo cheques por $1 millón y me dice que no me compra cheques de más de 60 días. ¿Qué hacés con eso? Lo vendés y resto lo tenés que ir a buscar a otro mercado.
Yo digo que, en vez de darme un cheque, que me den una factura, yo se la llevo al banco y el banco tiene que generar un fondo de respaldo con los activos de mis clientes, entre otros (NdR: Viano se refiere a cadenas de venta medianas y grandes). De esa manera se invertiría el respaldo del financiamiento. Porque lo nuestro es de tiro corto. ¿Por qué? Porque las PyMEs tienen mucha mano de obra…
– ¿Pero esas reglas de juego quién las pone?
– El Estado.
– Ah. Con un control del mercado…
– (interrumpiendo)…no, no.
– Bueno, una regulación del mercado.
– No. Es un cambio en las reglas de juego. Así como se hizo el cheque de pago diferido tendrían que poner la factura conformada de débito. Por medio de una ley.
– Entiendo que el planteo es que las PyMEs no tienen resto para afrontar la financiación de su materia prima siendo que cobran a mayor plazo por parte de sus clientes. No veo que qué forma eso se puede solucionar dentro de la política del actual gobierno de libre mercado. Porque lo otro sería poner algún tipo de regulación al mercado. Que el Estado empiece a fijar reglar, porque si el Estado no lo estipula el banco no lo va a dar. Y el gobierno plantea una situación de libre mercado
– Nosotros dijimos que no le tenemos miedo a las importaciones, pero déjenme entrar placas aglomeradas. Que te digan los fabricantes las amenazas que tienen si llegan a traer una placa de Brasil. Los proveedores locales no les venden más. La Cámara de Aglomerados es socia nuestra en FAIMA.
– Pero los distribuidores les están comprando paneles.
– Sí. Porque le venden al carpintero, que está en negro y que va y me roba las obras a mí en el edificio. ¿Sabés qué pasa? Éste que te habla es un triste industrial de 26 trabajadores. Hay tipos mucho más grossos que yo.
Aumento de costos y tercerización trunca
– Además de lo anteriormente planteado, yo tenía identificado como problemas aumentos de costos en logística, luz, servicios…
– …(interrumpiendo) No (tajante), no está ahí el problema. Yo creo que no está ahí el problema. Porque, repito: en la cadena de costos yo prorrateo el costo indirecto de fabricación por el nivel de ventas, y nunca supera el 3 por ciento, o el 4 por ciento. No es representativo. Ahora, el de la logística sí es un problema. Y para la gente que transporta volumen y envía todo armado, es complicado. Pero reitero: si vamos con la competencia internacional, las importaciones, tenemos iguales costos.
– Pero ya se vivió en otra época la fuerte competencia desde Brasil cuando ellos estaban en recesión, como ahora, a lo que hay que sumarles los muebles chinos. Y los fabricantes locales dependen mucho del consumo del mercado interno.
– Vuelvo con lo mismo. Nosotros vendemos un mueble caro. Recién analizaba lo siguiente: comprás un televisor led de 55 pulgadas a $18.000 y te sentás a verlo en un sillón de $30.000. ¿Te parece? ¿Qué tiene adentro? Lo que pasa es que acá queremos hacer de todo. En Italia, a los industriales no les importa hacer una parte del mueble. ¡Yo he visitado fábricas en Italia que sólo hacen puertas de cocinas!
– D&F Muebles está hace 26 años en el mercado y ya se ha hablado anteriormente de tercerización.
– ¿Y por qué no la aplicamos acá?
– No lo sé. Fontenla tercerizaba muchas partes del proceso, excepto el lustre y detalles fínales. Y fracasó con esa idea.
– Es que nosotros también tercerizamos.
– Pero no resultó siendo lo que se pensaba que iba a ser inicialmente. Desconozco por qué fracasó.
– No. Yo te digo por qué fracasó: fracasó por nosotros. No es sólo hablar mal del gobierno anterior o de éste. Con el gobierno que sea, el costo impositivo tiene que bajar. El Estado tiene que hacer esa tarea. Pero nosotros tenemos que mejorar. El diseño y cambios en la comercialización fueron avances muy grandes. ¡Ahora, para adentro los fabricantes somos un desastre! Lo tenemos que decir. Pero ataquemos los problemas y que cada uno haga el deber que tenga que hacer internamente.
El sindicato se va a tener que aggiornar, sin que pierdan. Pero ellos tienen que saber, y yo se lo digo a mis trabajadores, “¡Ustedes son socios míos!”. Entonces, si a mí no me da el producto, o no me lo pagan al precio que necesito, no lo vendo. El trabajador tiene que saber que es socio. El Estado quiere cobrar impuestos, pero tiene que cobrar impuestos acordes porque, si no, yo no puedo vender el producto. Y las materias primas, yo te repito que no es una locura lo que yo digo.
Entonces, no se trata de regular nada. Se trata de que, si somos libres, somos libres para todo. Dejame traer aglomerado y que vengan los chinos. Me acaba de decir un fabricante de Cañada de Gómez que está ampliando su planta para generar más productividad, porque me dijo que para él la única solución es ésa. Eso es para aplaudir.
Foto: D&F Muebles (Enviado especial a Córdoba capital).