(Buenos Aires, 3. de septiembre de 2015). D&F Muebles habló con el diseñador Paolo Bergomi –presidente de la Asociación Latinoamericana de Diseño (ALADI)-, quien participó del Salón de Milán 2015. Detalles y actualidad de esta vidriera del diseño. “Para la industria no es rentable exportar. Estar produciendo con un costo a razón de $14 por dólar y recibir como pago un dólar equivalente a $9” no es rentable, afirmó. Y agergó "Milán es un caso especial, porque salís del Salón y en ese momento empieza el Fuori Salone, con una actividad que este año se extendió hasta lugares insólitos, como galpones, ferreterías, patios de edificios. Era una cosa increíble". Galería de Imágenes.
– ¿Qué hechos resaltarías del último Salón de Milán?
– Resalto que respecto de mi última visita en 2013 hubo una particular movilidad, progreso y dinámica en el propio Salón. Fue mucho más productivo, mucho más centrado en propuestas. Concretamente, mucho más proactivo. La sensación que tuve fue que el Salón tuvo esta vez una dinámica muy adelantada, y especialmente llevada adelante por las empresas italianas. Parece que ellas quisieran forzar un renacimiento. Están trabajando fuertemente para eso.
– ¿En qué aspectos se notó esto? ¿En la disposición del Salón, por ejemplo?
– Se notó en la dinámica de los stands, en la calidad de gente trabajando dentro de los stands, en el hecho de que hubo productos nuevos. El aire que se respiraba era justamente ése.
– ¿Se podría decir que el estancamiento económico que está viviendo Europa los ha hecho despertarse y eso ha hecho que el diseño esté en un buen momento en ese continente?
– Quiérase o no yo creo que la industria y el empresario italianos tomaron las riendas y han provocado una sacudida como diciendo: “Aquí estamos”. Y así armaron un salón muy bueno. En cuanto a tendencias, hubo gran cantidad de madera; mucho color, mucho naranja; se vio también un mix de metales. Pero me impresionó la cantidad de propuestas en madera.
– ¿Esta propuesta estuvo dirigida a algún tipo de sector del hogar o la incorporación se dio en todos los muebles?
– Se vio particularmente en sillones, en sofás, y también en muebles para oficinas y puestos de trabajo. Las empresas tuvieron stands importantes, con mucha gente trabajando, también con distribuidores trabajando. No pensemos en un Salón con bellas promotoras, sino con gente de la propia empresa que va a trabajar al Salón; son los propios equipos de venta de las empresas. Con cualquiera que hablabas sabías de qué estabas hablando, no repartiendo folletos graciosamente.
– En algún momento vos destacaste que en Estados Unidos las ferias se desarrollan en otros horarios, que coinciden con los de la jornada laboral.
– Bueno, es una vieja lucha que tengo sobre el tema de los horarios. Hay exposiciones que empiezan a las 9 o 10 de la mañana y cierran cerca de las 5. Milán es un caso especial, porque salís del Salón y en ese momento empieza el Fuori Salone, con una actividad que este año se extendió hasta lugares insólitos, como galpones, ferreterías, patios de edificios. Era una cosa increíble. En cada hueco se aprovechaba la ocasión para mostrar una colección de muebles, lámparas, alfombras, objetos. Es una dinámica muy especial. Por supuesto, la exposición trienal sobre el comer, sobre la historia de la comida vinculada con Expo Milán, que se inauguraba a los pocos días, que estuvo dedicada a los alimentos. Una exposición espectacular y con gran gusto para mí en especial porque había una cantidad de piezas que las tenemos nosotros en nuestra colección del Museo de Artes de Piriápolis y que las hemos expuesto cuando hicimos “Comer con diseño”, ¿no?
– Respecto de la dinámica más proactiva en los stands que percibiste en el Salón, ¿qué creés vos que sería más fácilmente aplicable a la actualidad argentina, al diseño argentino de hoy?
– Yo creo que ahí entraríamos en un análisis de tipo político.
– ¿Por ejemplo? ¿Qué se podría decir?
– Nosotros tenemos una industria que está prácticamente amordazada.
– ¿Estás hablando del cepo a las importaciones?
– No solamente del cepo a las importaciones sino de la terrible (enfatiza) dificultad para exportar. De hecho, en las presentación que hice en el seminario se veía claramente que las exportaciones habían bajado diez veces. Entonces, para la industria no es rentable exportar. Estar produciendo con un costo a razón de $13 o $14 por dólar, que es lo que está costando producir en la Argentina hoy en día, y recibir como pago un dólar equivalente a $9.
– ¿Vos decís que los costos de producción se manejan a un valor más cercano al llamado dólar blue?
– Pero por supuesto, por supuesto. No es que lo diga yo. Es absolutamente verificable porque eso es lo que sucede. Porque la inflación hizo su camino y lo que se cobra eventualmente al exportar se cobra con un dólar a $9. Y no el caso de que cierres una exportación un día y a lo mejor al día siguiente cambie la cotización. A muchos les pasó que cerraron el negocio con un dólar a $6 y pico y al día siguiente estaba a $8.
– Eso ocurrió en enero de 2014.
– Claro. Yo conozco gente que en ese momento se agarró la cabeza.
– ¿Y cuál es tu opinión respecto del nivel productivo de la industria de muebles argentina? No sé si pudiste asistir este año a la feria FIMAR de Córdoba.
– No la visité pero vi algunas de las propuestas.
– Porque un fabricante al que entrevistamos nos decía que es una lástima que no se pueda exportar, por un aserie de condicionamientos, porque los muebles argentinos sí tienen calidad de exportación. ¿Cuál es tu opinión?
– Por supuesto que sí. Sin lugar a dudas. Sería muy difícil exportar o competir en mercados donde los italianos o loas alemanes están presentes, o en otros territorios. Pero regionalmente tenemos un mercado potencial que está desarrollado y usado por Brasil.
– Y respecto de los compradores que visitaron Milán, ¿de qué nacionalidades eran esos compradores?
– Había de todo el mundo. Holandeses comprando en Italia, alemanes comprando en el stand de Suecia. Era un mix. Había una cantidad interesante de hindúes comprando, lo que me llamó la atención. Por supuesto, había orientales.
– Chinos.
– Chinos, japoneses y coreanos. Ese lugar es el patio del mundo para encontrarse. Ahí se encuentran todos, porque a Milán va todo el mundo a ver las nuevas tendencias, las propuestas; inclusive, cómo están preparados los stands. Y todo el circuito del Fuori Salone es un mix que es dinamita.
– ¿Al ingresar como acreditado de prensa recibiste alguna información que te haya llamado la atención?
– No, no. Sí me sorprendió ver a tantos periodistas, entre comillas, a los que después no veías trabajando. Les resalté ese punto a los organizadores del centro de prensa. Lo que sí noté fue una economía muy fuerte de las empresas en los comunicados de prensa, como estrategia. El salón de prensa normalmente ofrecía muchísimo material en ediciones anteriores y esta vez si estabas interesado por algún material en particular, te lo entregaban en el stand. En cada stand había un espacio de prensa.
– O sea, buscaban que los interesados se acercaran al stand para que ellos los pudieran atender personalmente.
– Exactamente. Y está muy bien. Si a alguien le interesaba algo especialmente te registraban y entonces sí después te entregaban el material.
– ¿Qué material presentaron como representantes de ALADI?
– El estudio que presentamos de la realidad de los cuatro países (Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay) formaba parte de la agenda ALADI de investigación. Mantenemos ciertas líneas del saber qué está pasando en ciertos sitos. Lo que sí, como resultado, desarrollé relaciones con la gente de Bolivia y Paraguay que voy a continuar porque reconocieron que tienen falencias de información propia. Y situaciones en las cuales yo creo que Argentina en ese sentido tiene un buen perfil de investigaciones y de datos bastante actualizados. Uruguay también los proveyó, pero tuve dificultades con Paraguay y Bolivia. Así que en ese sentido no se progresó tanto.
– ¿Pudiste percibir cómo fue la participación de Brasil en el Salón?
– Había gente de Brasil. Brasil tenía una exposición per se afuera del Salón. Había un stand con piezas brasileñas. No me rasgué las vestiduras, francamente. Otra cosa que me llamó la atención se dio al revés. Así como la otra exposición no tenía una dinámica para el sector general y había mucha participación en el sector joven, en ésta la parte de las empresas estaba muy dinámica y encontré que la de los jóvenes no tenía el mismo peso que la vez anterior. E inclusive los productos presentados no llamaron tanto la atención. En general, la media no era tan brillante en el espacio dedicado a los jóvenes. Por ejemplo, no había –como otras veces- escuelas de diseño.
– Respecto de la actualidad nacional, más allá de las particularidades político económicas que mencionaste, ¿cómo ves vos la actualidad del diseño en Argentina en general?
– La veo con ese punto de ebullición pero que tiene dificultades en el hervor final por lo que significa, justamente, el partner, el socio. El socio acá tiene que ser la industria. A mí me parece que no tenemos que forzar que los diseñadores sean productores. Se ven forzados a serlo porque no encuentran quién les desarrolle los productos (levanta el tono). Pero eso no es lo que pasa en el mundo. En el mundo los diseñadores son socios, eventualmente contratados con su estudio por una empresa, o directamente dentro de la empresa. Pero los diseñadores no se ponen a competir con las empresas creando sus propias empresas de producción. Éste es un tema que no está resuelto y la no resolución tiene que ver con el desarrollo de la industria. La industria no invierte (enfatiza), no está convencida de invertir en diseño.
– Lo ve como un gasto.
– Lo sigue viendo como un gasto y además con grandes dificultades para poder financiarlo. Éste es el tema. O sea, hacer un desarrollo que a lo mejor tarda un año. Y la industria tienen que financiarlo y después salir al mercado, soportar la presentación y todo lo demás. Esto… es un tema. Claramente. Tenemos muchísimos diseñadores y diseñadoras egresando, formándose, pero yo veo como una barrera. Sigo viéndola.
Fotos: Gentileza Paolo Bergomi y Salón de Milán.