*Por Lic. Matías Gyukits. “Cuando la marea baje, veremos quién estaba nadando desnudo” (Warren Buffett).
Llegan noticias desde distintas zonas de producción maderera de empresarios nerviosos por el atraso en los precios de la madera.
La buena noticia es que los empresarios se han juntado para realizar acciones colectivas para enfrentar esta situación.
La mala noticia es que probablemente no les sirva de nada, y terminen sintiéndose traicionados por sus propios colegas.
¿Era previsible que este momento llegara? Sí.
¿La preocupación de los empresarios aumenta porque ven que la situación va a recrudecerse? Sí.
¿Se han tomado las decisiones estratégicas para evitar llegar a este punto? Claramente, no. Si no, la preocupación no sería tal.
La marea, como la demanda de productos madereros, está bajando y veremos en qué situación queda cada empresa.
Es ahora cuando representantes empresariales y funcionarios empiezan a lamentarse por la desaparición y el cierre de aserraderos. ¿Era evitable? No. ¿Seguirán desapareciendo más aserraderos? Seguramente.
La principal preocupación de los empresarios madereros está puesta en el precio. ¿Hay que recordar que el precio es dado, y es un factor externo?
¿Hay que recordar que el factor que importa es interno? ¿Cuál? La productividad. Para que quede claro, quien no tenga una línea que supere los 20.000 pies por turno, puede ir pensando en qué va a hacer de ahora en más.
O invierte en una línea que corte al menos esa cantidad, o puede ir pensando en otra actividad en la cual pueda invertir el poco capital que le queda. Así de crudo, así de duro. Y no es una opinión personal, es un proceso que está descripto en los libros desde hace más de tres décadas. Y quien tenga memoria, rápidamente se acordará cómo fue en 2001, por ejemplo.
Se argumentará que actualmente con las tasas de interés por las nubes y la poca demanda, es imposible invertir. Seguramente. Entonces ya es tarde, y hay empresas que han perdido su oportunidad de seguir existiendo. Probablemente, como estrategia de supervivencia se vuelquen a la informalidad tributaria y laboral, lo que complicará aún más el contexto para el resto de las empresas que han hecho las inversiones necesarias para afrontar este momento. No hay que perder de vista que hace poco tiempo la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP) ha inspeccionado a varios aserraderos en el noreste de Entre Ríos y sureste de Corrientes, y dado el nivel de informalidad se han clausurado varias industrias.
También son varias las empresas madereras que se han vistas involucradas en la evasión del impuesto al valor agregado, con el intercambio de facturas de procedencia poco clara, con multas que superan el millón de pesos en cada caso.
¿Cuáles son las vías de escape de esta situación?
Cambiar de actividad lo antes posible, para minimizar el daño y poder rescatar algo de capital, y así poder emigrar a otra actividad con fondos propios. Desafío nada fácil, porque es empezar de cero, o quizá aprovechar algún negocio que aparezca.
Hacer las inversiones necesarias para tener costos acordes a los tiempos que corren. Las alternativas no son muchas. Optimización de cortes, más velocidad de corte, secaderos. El esfuerzo de capital es importante, y el origen deberá ser de varias fuentes, incluyendo la propia. Actualmente, hay líneas del sistema financiero no bancario que ofrecen en pesos un 30% anual. Hay confianza en que quien sepa hacer negocios en este entorno sea merecedor de crédito.
Y quienes hicieron lo que había que hacer cuando había que hacerlo, volcarse a la exportación. Tarea nada fácil, por los altos volúmenes requeridos, los altos estándares de calidad exigidos y los reducidos márgenes posibles.
Actualmente, y por mercadería seca de horno preparada para exportar sin diferenciación se perciben unos $10 por pie, aproximadamente, a lo que hay que sumar los gastos para llevar a puerto y subir la mercadería al buque, con todos los gastos portuarios y aduaneros correspondientes. Es poco margen, para un canal de venta que hay que financiar. Todo un esfuerzo.
Estás tres alternativas tienen dos denominadores en común: la planificación estratégica y grandes esfuerzos con bajos márgenes. La marea baja y veremos quiénes estaban nadando sin prepararse para estas épocas.
El resto es para la tribuna.
*El autor es Licenciado en Administración y Economía Agrarias, y Empresario Forestal. Correo: contacto@mgforestal.com.ar