Ante cambios de humedad del ambiente, las piezas de madera sufren dilataciones o contracciones, provocando variaciones de tamaños. Esto se debe a que el material se expande o contrae hacia el lugar con menos resistencia, en el caso de un agujero el de menor resistencia es el interno. El porcentual de variación depende del tipo de madera o placa.
Lo contrario sucede con los tarugos de madera, ya que el lugar de menos resistencia siempre es el exterior y el porcentual de variación depende también del tipo de madera.
Por este motivo algunas veces el tarugo entra flojo y otras veces ajustado, aun cuando en la salida de producción el agujereado de la madera y la fabricación del tarugo, las medidas sean óptimas.
Ante cambios de humedad, un tarugo o agujero puede dilatarse o contraerse en (+/-) un 2%, lo cual provoca resultados no deseados, ya sea quedando el ensamble sin resistencia a la tracción o provocando rajaduras en placas o piezas de madera al entrar muy ajustado.
En este contexto, el tarugo autoajustable representa una evolución interesante.
Se adapta a la diferencia de medidas, evitando los problemas mencionados. Además, permite el escurrimiento de la cola en su colocación, logrando que ésta se impregne en toda la superficie del ensamble. Esto optimiza las uniones sometidas a esfuerzos a la tracción, por ejemplo en patas y respaldos de sillas, sillones, sofás, camas, entre otras.