Casa FOA 2014 se realizó en un antiguo claustro de monjes benedictinos

(Buenos Aires, 9 de diciembre de 2014. Por Arq. María José Verón). Casa FOA es un espacio emblemático del diseño que congrega propuestas vanguardistas de las más variadas tendencias. A lo largo de los años se ha consolidado como una cita ineludible para conocer las últimas tendencias del diseño. Se desarrollo desde el 10 de octubre hasta el 24 de noviembre en la Abadía de San Benito ubicada en el barrio porteño de Palermo. Galería de Imágenes.

El escenario elegido contó con 5.000 metros cuadrados, en donde los visitantes pudimos disfrutar de 50 espacios intervenidos por los mejores diseñadores y arquitectos del país. Más de 30 correspondieron a las celdas y el resto a espacios comunes que incluyeron ensayos paisajísticos, mostrando las tendencias en paisajismo, arte y diseño de interior.

"Tenemos que acostumbrarnos a diseñar para espacios chicos. Los departamentos no son tan grandes como eran años atrás. Los clientes llaman para ambientar lugares de pocos metros cuadrados y multifuncionales”, contaba Lorena Spinola, quien junto Marcela Rodríguez y María Ponce Quintero realizaron el espacio Studio en Casa FOA La Abadía.

La explicación es más que oportuna porque si hay un factor que sorprendió esta edición 2014 de la tradicional muestra de diseño, arquitectura y paisajismo fue el tamaño de la mayoría de los espacios que tocó ambientar: 20 metros cuadrados. El tamaño de los ambientes corresponde a las celdas donde vivieron los monjes.

Al igual que todos los años, participaron las ganadoras de las Beca Casa FOA de Arquitectura y se exhibieron los seleccionados del concurso de Bancos Urbanos, que año tras año cobra mayor importancia dentro de la exposición. Tomando como premisas la sustentabilidad, uso adecuado del material, comodidad del usuario y la viabilidad productiva, los concursantes apelaron a su imaginación y creatividad para la realización de un banco urbano. El ganador se premió con la posibilidad de colocar su creación en lugar público de la Ciudad de Buenos Aires.

Esta nueva edición también contó con grandes novedades, como Casa FOA de noche hasta las 24 horas. Cada viernes, al caer el sol, La Abadía dejaba sus puertas abiertas hasta la medianoche, con música en vivo dándole vida a los espacios y musicalizando el lugar.

Asimismo, Casa FOA contó con una confitería/restaurant, llamada Wine Bar Trapiche Reserva, diseñada por Julio Oropel, donde los visitantes podían disfrutar de un menú gastronómico variado. Contó con una capacidad para 120 personas, una extensión de gradas al aire libre, un espacio cubierto y otro semi cubierto donde se podía apreciar el jardín de la Abadía y disfrutar de una carta pensada y elaborada especialmente para el público.
Todo lo recaudado en la venta de entradas está destinado a la Fundación Oftalmológica Argentina (FOA).

De esta manera, Casa FOA afirma su compromiso con la Fundación que hace años se encuentra embarcada en la docencia, investigación y prevención de enfermedades oculares para pacientes de bajos recursos. A través de su programa “Para Verte Mejor Argentina”, la Fundación recorre lugares recónditos del país brindando asistencia a diferentes comunidades. Este año en particular, durante noviembre visitó a una comunidad indígena con más de 2.500 habitantes en la provincia de Misiones.

Sede La Abadía

El conjunto de la Abadía comenzó a construirse a partir de 1924, con un proyecto delineado por el Presbítero Eleuterio González, uno de los primeros seis monjes que habitaron desde principios de siglo, cuando sólo había aquí una pequeña capilla. La obra tomó luego muchos rasgos ideados por el Padre Eleuterio González, quien sabía mucho sobre arquitectura a la par de su rol en la comunidad benedictina. La construcción de los distintos sectores se prolongó durante más de 6 décadas. Por lo tanto, participaron numerosos arquitectos y presbíteros en la definición de sus estilos.

La lectura final del estilo del edificio es ecléctica y resulta un gran ejemplo de historicismo tardío. Fundamentalmente, el conjunto es neomedieval con referencia de los estilos románico y gótico tardíos. También se pueden hallar rasgos del estilo lombardo, la escuela de Borgoña y hasta una clara reminiscencia colonial en el retablo que recupera en sus trazos esa pertenencia que forma parte de un momento sociopolítico argentino donde la búsqueda de identidad vernácula se oponía a la oleada de información francesa e italiana.

Las celdas fueron habitadas primero por novicios y luego fueron vivienda de sacerdotes. Se abrieron al público como residencia para estudiantes del interior desde 1970 hasta el 2000.
En cuanto al parque que abraza la Abadía, las galerías monacales reivindican el espíritu católico y el patio central convoca a situaciones intimistas que responden a la forma de vida benedictina.

En el edificio se destaca un gran manejo de los llenos y vacíos, así como la riqueza de proporciones, donde los espacios de gran verticalidad marcan la caja. Las arcadas y cielorrasos con arcos de medio punto son parte de esa personalidad.

La Iglesia Principal se realizó recién en 1941 gracias a una donación de la familia Blaquier. Los aportes altruistas de las familias de Buenos Aires, así como la donación del terreno por la familia Tornquist en primer lugar, ayudaron a que el edificio creciera reflejando la arquitectura de cada época. El Monasterio siguió creciendo hasta llegar a ser considerado Abadía en octubre de 1950.

La Abadía cuenta con protección estructural (o sea que toda modificación que se realice debe ser aprobada previamente por APH, Área de Protección Histórica de la Ciudad de Buenos Aires).

* María José Verón (arq.mariajoseveron@gmail.com), arquitecta y docente de la Universidad Nacional de Córdoba, es columnista de D&F Muebles. Especial agradecimiento a Casa FOA por el material brindado (información y fotografías).

Extensa nota completa y todas las fotos de premiados y espacios destacados en D&F Muebles impreso de diciembre (Año XXII, número 142).

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