D&F Muebles se entrevistó en exclusiva con Hugo Ricciuti, socio gerente de Indelama SRL, carpintería de alta gama que está ubicada en Monte Grande, partido de Esteban Echeverría. Ricciuti es un apasionado de la docencia y dialogó durante más de una hora con este medio sobre la industria en general, el caso de su empresa, cómo está organizada y la conformación de una Escuela Preuniversitaria que depende de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.
“Creo que la industria de la madera en su conjunto, desde el sector primario hasta el proceso final terminado, no se ha profesionalizado seriamente en nuestro país. Probablemente, el sector que más se haya desarrollado sea el forestal porque tuvo la necesidad, porque la tecnología lo empujó… Y ahí parece que hubo formación. Pero del tablón de madera para adelante, se quedó en el carpintero”.
– Quizás en el sector forestal hubo desde hace unos años una mayor inversión en maquinarias y un recambio generacional en cuanto a nivel de capacitación.
– Es mi opinión. Yo vengo de la escuela de los carpinteros-carpinteros, el ebanista. Hacíamos un poco de todo. No hay ingenieros que sepan de madera en serio. Los contás con los dedos de la mano. Y con los arquitectos pasa lo mismo. No hay profesionales formados seriamente en la industria de la madera. ¿Qué podemos hacer para que las nuevas generaciones conozcan más en detalle las bondades de la madera? Hay muy buenos diseñadores.
– A veces quizás algunos profesionales no utilizan madera por desconocer el producto.
– Claro (enfatiza). Yo estuve hace dos años en Finlandia. Fue porque quiero desarrollar un producto que vi, que es madera impregnada con sabor. Y nos llevaron a un aserradero chico que procesa maderas naturales de Finlandia: fresno, el tipo de pino que tienen ellos. Tenían entre cinco y siete instituciones en las que ponían el producto y la capacitación para hacer que los que estudiaban se familiarizaran con los distintos productos de madera.
– Algo que sí se fue dando es que ahora los diseñadores conocen más la industria. En eso sí se ha avanzado.
– Claro. Sí, sí, se ha avanzado. Hoy las carreras universitarias y terciarias están más activas y hay más estudiantes interesados en esa búsqueda. Yo creo que también tiene que ver con cómo se fue tecnificando nuestro mercado. La tecnología ha abierto muchas puertas a ideas y a criterios de diseños que antes no había.
– El diseñador estaba totalmente…
– …ajeno.
– …ajeno a la parte industrial y a la posibilidad de desarrollo del producto en sí. En cambio, ahora está más integrado con la industria.
– Nosotros tenemos en planta un solo diseñador industrial. También la buena gestión del diseño hace que él tenga el concepto de costos. Un diseñador necesita tener el concepto de costos, si no el diseño para a ser un híbrido.
– Hoy un buen diseñador no sólo resuelve un producto estética y funcionalmente sino que además maximiza el aprovechamiento de una placa de MDF, por ejemplo. Fue un proceso.
– Claro. Yo he tenido discusiones eternas. Yo perdí quizás el mejor jefe de fábrica que tuve por una discusión en la que yo quería meter más tecnología y resolver procesos en función del equipamiento, y su mirada contraria a esa idea. Era un enamorado de ciertos procesos que él entendía que la máquina nunca iba a poder hacer. Y yo estoy de acuerdo, porque la máquina hace lo que el hombre le pide, diseña y programa. Nosotros hacemos todo a medida y todo a pedido, así que es muy complejo. Yo siempre le digo al diseñador que hay que mirar dos cosas: posibilidades dentro de los márgenes económicos y calidad de prestación. Éstas tienen que ser lasa dos premisas: el producto tiene que funcionar, servir, ser lindo, posible de fabricar y a un costo que sea razonable. Porque todo se puede fabricar. Ahora, después hay que ver si el cliente lo puede pagar.
Indelama: La empresa y una filosofía firme
– Indelama, de alguna forma, es una empresa atípica.
– Sí, absolutamente atípica.
– Porque es una carpintería.
– Es una carpintería porque no tiene la entidad de fábrica.
– Es un poco grande para ser carpintería…
– Yo digo que es la carpintería tradicional de Don José, pero con espacio, tecnología y le agregamos profesionalismo. Hoy la empresa tiene una estructura con 16 personas. De las 16, hay cuatro ingenieros, seis arquitectos y hay seis carpinteros a los que convencimos de que se sentasen y se que se amigaran con la computadora. Y a que dibujaran el cómo se hace. Hay un mix.
– En muchos casos, el carpintero tradicional pasó a ser un ensamblador. Le conviene comprar ciertas piezas ya cortadas y terminar el mueble.
– Claro. Está ese carpintero que hoy va en esa dirección y puede ampliar su capacidad de provisión sin ampliar sur recursos humanos. Trabaja solo, a lo sumo con uno o dos ayudantes. Y presta un buen servicio para el cliente. Yo soy amigo de ese tipo de emprendimiento porque me parece que hace al desarrollo individual y al mejor alcance económico de la persona. No lo siento un competidor.
– En la empresa se pudo armar una buena asociación de recursos humanos.
– Yo soy un enamorado de la profesión y estudié carpintería en una escuela técnica de Tres Arroyos (NdR: Provincia de Buenos Aires). Tuve la suerte de encontrarme con gente que sabía mucho. Y empecé como aprendiz lustrador en una fábrica de Bahía Blanca. Y después pasé a un taller más chico, donde aprendí mucho y a los 20 años fui capataz.
– Ahora supiste organizar un grupo, lo que no es fácil, con arquitectos, ingenieros y carpinteros.
– Fueron muchos años. Llegué a estudiar en un curso que se llamaba Gerenciamiento de la Articulación Productiva. Me asocié en un taller que tenía muy buenos clientes, que trabajaba muy bien, pero que le faltaba gestión de tiempos de entrega y de cálculo de costos, entre otras cosas. Y ahí empecé a tener esta mirada: “Yo quiero hacer carpintería de esta calidad que hacemos, pero con más volumen. Y que me deje plata”. Yo empecé a formarme en ese sentido y creo que fui logrando ganarme la confianza de la gente que trabajaba conmigo en ese momento. Y logré que el viejo carpintero con el que me había asociado dejara de producir, porque ya estaba grande, y pasara a enseñarnos dos o tres horas por día. Ahí empezamos a tener una escuelita dentro del taller.
– Esa vieja carpintería queda cerca de la actual sede de Indelama.
– A cinco cuadras. Siempre fue Indelama. En ese momento se empezó a gestar esto de mezclar el oficio –no perder la gente de oficio- con la tecnología. Aceptar la idea de que la máquina nos podía ayudar. Después se fue dando progresivamente el hecho de que el que vendiera supiera. El que vende tiene que saber lo que vende, porque si no te exponés a generar un compromiso que quizás después no podés cumplir. Y en el año 2000, 2001 tomamos una decisión que creo que fue sabia: pensar que lo único que no me podía pasar era perder gente. Entonces, asumimos el mayor riesgo dentro de lo que era posible.
– Ése es un tema de actualidad, que le pasa hoy a muchas empresas. Las PyMEs no pueden despedir gente, por muchos motivos. Son el capital de trabajo de la PyME.
– No pueden. Yo creo que hoy, y es mi opinión, algo que uno no puede desperdiciar es al capital humano. Entendiendo que si vos tenés trabajando a una persona es porque te sirve. Ésta es una empresa que no ha tenido juicios laborales. Sí los ha tenido, pero no fue algo que nos marcara o nos generar un gran conflicto. En 43 años nunca despedí a gente por falta de trabajo. Y siempre salimos de las crisis creciendo. Yo me acuerdo que en 2001, 2002 agarré cuatro muestras para ir a ver un contacto en Estados Unidos y nos pusimos a fabricar pisos para el mercado de Estados Unidos. Y sobrevivimos.
– Ahí quería enfocar. Ustedes tienen un Departamento de Ventas.
– Se llama Arquitectura y Ventas.
– La persona que vende tiene que estar muy integrada con la fábrica y tiene que estar muy integrada con las posibilidades que se pueden ofrecer.
– Tal cual. Y después está el Departamento de Planeamiento y Producción, y queda la Oficina Técnica. En la primera etapa, el proceso va y viene. Mientras el vendedor hace el presupuesto habla con Planeamiento; hay una interacción continua hasta que Arquitectura y Ventas cierra el contacto.
– Y después está la Oficina Técnica.
– La Oficina Técnica desarma mueble por mueble, entendiendo que siempre es diferente. Lo lleva a piezas con toda la información y baja lo que sería la orden de trabajo. La orden de trabajo dice a qué sector va. Después va a corte y mecanizado, dice qué material es, estipula el tiempo estimado. Pide el material e indica quién lo tiene que recibir. El trabajo de Oficina Técnica es muy significativo. Nosotros siempre decimos que enseñamos a hacer procesos, no a hacer productos.
– Esta organización de la producción le permite a la fábrica tener un dinamismo que no es común en una empresa de esta envergadura. Y le permite entrar en diferentes nichos de mercado.
– Cuando superamos la discusión de carpinteros del pasado, yo me metí en una discusión ahora con los socios y los hijos: qué sentido tiene, si es mucho más fácil hacer cocinas como Johnson Acero o placares como Occhipinti. No tengo dudas de que es más fácil. No me produce satisfacción. Por ahora disfruto de lo que hago y me va bien. Siempre que el cliente quiera un producto no estándar.
– Y que esté predispuesto a pagar un diferencial por él.
– Sí, sí.
– ¿Qué dimensiones tiene la fábrica?
– Nosotros tenemos 24.000 metros cuadrados de superficie y 9.000 metros cuadrados construidos, entre planta, depósito y secadero. Y la escuela (ver recuadro) tiene 1.500 metros cuadrados. Siempre Indelama se caracterizó por ser prestador de todos sus servicios. Tenemos 140 empleados estables. En Chile tenemos una arquitecta, su marido es el administrativo de obra y hay tres capataces, que son carpinteros instaladores. No tercerizamos la colocación. Nos contrataron en Chile para amueblar un templo mormón, con un hotel al lado. Es una obra en las que vamos a trabajar 24 meses.
– Y así se manejan con cada obra.
– Sí. Hoy por ejemplo estamos haciendo el Hilton de Pilar.
– Me decías que son, de alguna manera, especialistas en puertas.
– Especialistas en puertas específicas o raras. Lo que sale del mercado estándar. Por ejemplo, en el Hospital El Cruce, de Florencia Varela; el Museo del Bicentenario, al lado de Casa Rosada; el Hospital Italiano, Instituto Fleni… Donde hay exigencia de tecnología nosotros somos número puesto. Para competir con nosotros en esas obras tienen que aparecer dos o tres o proveedores. Proveemos el acero inoxidable pegado, con el sistema que corresponda para que no sea contaminante, con el agregado de acusticidad que sea necesaria, por ejemplo. En Capital Federal, que se están poniendo estrictos con prevención del fuego, Indelama es la primera empresa que tiene puertas cortafuegos 100 por cien en madera certificadas FSC en serio y con todas las normas IRAM aprobadas por INTI. Somos muy buenos haciendo toda la parte de ingeniería de procesos. Hemos invertido mucho en eso.