“Sería ideal que un diseñador pudiera leer las nuevas necesidades antes de que surjan”

Lo afirmó la arquitecta y diseñadora María José Verón en una entrevista exclusiva con D&F Muebles. Fue en la primera edición de la FIMAR 08, que se desarrolló a mediados de marzo en Córdoba capital.

En la charla Verón también se refirió a la situación actual de los diseñadores, las falencias en las carreras que los forman, las nuevas tendencias y explicó cómo es la relación con los empresarios.

Docente del posgrado de diseño en muebles DiMu, participó como jurado en la entrega de los premios FIMAR ’08 y afirmó: “Para mí, personalmente, el diseño es un objetivo”.

– Comenzaste la charla con una reflexión en la que se afirma que el diseño se ha transformado en algo banal, intrascendente.

– Es más una hipótesis que plantea este diseñador, que pone en tela de juicio lo que está pasando con el diseño. Haciendo un paralelismo, cualquiera habla de diseño y eso es lo que lo ha transformado en algo superficial, por darle una palabra. Porque hablan de diario diseño, de economía diseño, todo diseño. ¿Y hasta qué punto es tan así?

– ¿Y por qué no es así? ¿Por qué él es muy celoso para hablar de diseño?

– Justamente, es diseñador. Yo creo que pasa porque no es tan superficial. Porque incluso a veces los empresarios o los clientes nuestros, o yo poniéndome en rol de arquitecta, dicen: “Este diseñito, este dibujito”. Como si pudieras hacerlo simplemente, como si no necesitaras tener toda una carrera previa para poder hacer este producto o este diseño. No es tan así, hay que hacer toda una educación del cliente en general para que entienda que es más que eso.

– ¿Qué es un diseño?

– Para mí, personalmente, es un objetivo. No es solamente una acción. Va a hacer la vida de la gente mucho más
fácil, más amable, más simple; para optimizar algún producto y hacerlo mejor siempre, tratando de que sea mejor el producto.

– ¿Mejor en qué sentido? ¿De apariencia?

– No, yo creo que va mucho más allá de la apariencia. Me parece que tiene que integrarse y recibirte amablemente. Nosotros estamos en este sillón en el que no hay forma de acomodarse. Un producto con diseño me parece que tiene que darse lo suficientemente bien y recibirte también amablemente. Tiene que permitirte tocarlo, tomarlo, usarlo y ser amable. No ser sólo una cosa que se destaque. Vamos camino a lo que son objetos de deseo. Uno de repente quiere tener algo por como se ve o como se siente un producto, tanto un celular, una prenda o un mueble. Una pregunta que se lanzó últimamente es si los objetos de diseño son objetos de deseo.

– Claro, porque si fueran objetos de diseño ¿el diseño sólo sería para algo competitivo?

– Exactamente.

– ¿El diseño tiene que ser para todo?

– El movimiento moderno tiene que ser para todo. Ése es otro problema, también. El diseño moderno lo planteo así y de repente hoy es una paradoja que los muebles que se diseñaron en aquel momento son objetos de culto y casi nadie puede acceder a ellos. Son paradojas, cosas que no pueden resolverse. Como ahora, todos se llenan la boca hablando de diseño pero a la hora de contratar al diseñador son pocas las empresas que lo hacen.

– ¿El diseño qué hace, fija tendencias o responde a tendencias?

– Yo creo que no. Por una parte, es una función del diseñador responder a las nuevas necesidades que se están planteando. Sería ideal que un diseñador lo pudiera leer antes de que surja la necesidad. A veces pasa, pero no siempre. Otro camino es que esté la necesidad y el diseñador tenga que responder a ella. A veces marcan tendencia. Son diferentes caminos, que no tienen por qué invadir al otro.

– Por eso lo preguntaba. En el trabajo planteás si el diseño es la respuesta o si el diseño es la tendencia. Hay muchos que plantean que no hay un diseño autóctono. Hay otros que dicen que no tienen que tener un diseño autóctono sino trabajar en conjunto con las empresas. ¿A vos qué te parece? ¿Argentina puede tener un diseño particular?

– Me parece que se puede encontrar, que estamos en la búsqueda justamente de encontrar algún elemento que distinga lo que es el mueble argentino. No sé si exactamente tiene que ver con la imagen o con el lenguaje, sino encontrar algo que lo distinga. De repente, uno sabe cómo es el mueble italiano. Por ejemplo, no sólo por cómo se ve sino por cómo responde al uso, en cuanto a calidad, al nivel de terminaciones y demás. Hacer un mueble argentino no significa hacer un mueble con tiento, cuero y maderas, y que sea rústico. Hay casos, por ejemplo, lo que mostraba Ricardo (Blanco): los diseñadores jóvenes que se ven como argentinos y no diseñan en un alto porcentaje cosas rústicas. O lo de la Patagonia, que trabajan con cueros pero con un lenguaje más moderno.

– ¿Y respecto de las maderas?

– Hay que investigar más cuáles son los recursos propios, trabajarlo en función de eso. Hay que optimizar esos recursos. Se está trabajando con algarrobo sabiendo que queda para pocos años más, los productores lo avisaron hace 2 o 3 años.

– ¿Los diseñadores tienen responsabilidad?

– Sí, porque tienen que tener una conciencia ecológica, por decirlo de alguna manera. Tienen que ver con qué recursos trabajan, y capacitarse. No sólo proponer formas. Ésa es una falencia de las carreras de formación de diseñadores en general: no siempre se les crea una conciencia de la realidad de mercado productivo y cómo responder a eso.

– Hasta este momento, un diseñador tiene que entrar en una planta, ver qué se produce y aplicarlo al mercado interno. ¿Es correcto?

– Sí, es correcto. Pero también el empresario tendría que escuchar algunas sugerencias del diseñador, que como no está contaminado todavía con la empresa puede tener la cabeza más abierta. Y de repente hacer nuevas propuestas. Por
ahí en una empresa piensan que sólo pueden vender ciertos productos o que con las máquinas que tienen sólo pueden responder a determinado segmento del mercado.

– ¿Y esa situación no asusta al empresario?

– Asusta. Y hay miles de casos, hasta que llegan a un equilibrio y las dos partes logran estar contentas. Hay empresas que todavía no producen algunos productos y está clarito que en esa empresa funcionarían.

– El dólar no deja el margen que tenía antes. Recién en la tercera o cuarta producción, el diseñador podía modificar algo del producto exportable. ¿Te pasó como experiencia?

– Sí, no sólo por la exportación sino por el tema del agotamiento de recursos. Por ejemplo, el trabajo de una
empresa de adentro de la provincia: trabajaba con madera de algarrobo, con la intervención del diseñador se logró disminuir el uso y comercializarlo mejor en el mismo sector

Para más información ver la edición impresa de D&F Muebles (Año XV, Número 109) de junio.

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